Opinión
Ver día anteriorMartes 13 de agosto de 2019Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudad perdida

Un caso de doble despojo

D

e la multiplicidad de problemas que debe enfrentar un habitante de la ciudad cada mañana al salir de su casa, el de encontrarse con la justicia puede ser uno que le distorsione la vida para siempre, y no para bien.

Entre abogados y policías se dice, como verdad incontrovertible, que: Más podrida que la policía, sólo la procuraduría. Y es que enfrentar un problema que inmiscuya a un policía judicial, a algún fiscal o a cualquier servidor público del sistema de justicia es tener conciencia de que no importa si se gana o se pierde el pleito, el asunto es que con mucha frecuencia, casi siempre, las víctimas del delito terminan perdiendo, aunque ganen el pleito.

Y es que el factor que inclina la balanza es poderoso; se llama corrupción. No se puede entender de otra manera cuando a la víctima de un ilícito, por ejemplo de despojo, la autoridad, antes de conocer el problema de fondo le pida que tenga arreglos con el que se apropió ilegalmente de lo que al otro le pertenecía.

Les platicamos esto porque la última queja que recibimos sobre el asunto (despojo) ocurrió no hace mucho en la demarcación Álvaro Obregón. Allí, un demandante de justicia trató de conectarse con el fiscal desconcentrado Osvaldo Ramírez Zavala en las oficinas de la avenida Toluca, donde se halla la fiscalía, luego de intentarlo vía telefónica, como pide el programa Llámale a tu fiscal, que como dice la página de Internet de la PGJCDMX, nació por la queja constante a la función poco transparente, cerrada y retardada que daban las agencias del Ministerio Público.

Bueno, pues allí en la fiscalía la secretaria del fiscal, la abogada Elizabeth Salvatierra, quien impidió que el quejoso pudiera hablar con el fiscal, propuso la solución a un problema de despojo ocurrido en la demarcación (los datos precisos no los damos a petición del demandante, quien teme por su seguridad y el buen ejercicio de la justicia).

La abogada, lo primero que hizo fue pedir al dueño legítimo del predio invadido que se entrevistara con el invasor para que llegaran a un acuerdo. El quejoso se alarmó por la sugerencia y acto seguido la secretaria, al advertir la molestia, le proporcionó el nombre de un grupo o un bufete de abogados que se dedican a ese tipo de asuntos. La solución prometida, según dijo, era la más provechosa para el despojado: Les llegan a dar hasta 50 por ciento del valor de lo invadido, aseguró la servidora pública, y para que no se dudara de su buena fe, le proporcionó el nombre del grupo salvador. Eso es justicia, sólo justicia.

De pasadita

Lo ocurrido ayer a las puertas de la Procuraduría General de Justicia de esta ciudad fue sin duda un acto que rebasó la exigencia de la aplicación de la ley y se convirtió en una provocación que pudo haber culminado con saldo de violencia que no debía permitirse.

De eso no debe haber ninguna duda. Se tiene que investigar a fondo quiénes promovieron la marcha para tener en claro qué tan legítimos eran los reclamos de las mujeres que marcharon al mediodía de ayer.

Sí, pero esto no invalida la confusión que crearon las autoridades, quienes en algún momento hasta parecía que buscaban defender a los policías acusados de violación contra una menor. Las declaraciones abrieron la puerta a que quienes buscan justicia o quienes quieren golpear al gobierno de Claudia Sheinbaum aprovechen la ocasión para exhibir la deficiente comunicación entre la SSC y la PGJCDMX.

Sea como sea, revisar lo que pasa en el ámbito de la seguridad en la capital del país y aceptar errores para buscar enmendar el camino siempre serán virtudes de un buen gobierno.