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México SA

Crece la geografía del despojo // Conacyt: gimnasia y magnesia

E

n Concepción del Oro, Zacatecas, el presidente López Obrador anunció que el gobierno federal “no va a entregar nuevas concesiones para la explotación minera, porque fue un exceso lo que se les dio; si lo analizamos, vamos a llegar a la conclusión de que ni en mil generaciones se terminarían de explotar los 80 millones de hectáreas que fueron concesionadas. Para tener una idea de lo que esto significó en el periodo de 36 años, pensemos que nuestro territorio, México, tiene 200 millones de hectáreas, y se entregaron –repito– 80 millones de hectáreas... como 40 por ciento del territorio nacional. Nunca en la historia de México se había enajenado tanto suelo patrio”.

Sin duda es un exceso, pero hay otros datos oficiales aún más escandalosos que los divulgados por el primer mandatario, pues documentan que sólo en los últimos 25 años las concesiones mineras otorgadas al capital privado por el gobierno federal en realidad amparan cerca de 108 millones de hectáreas, o si se prefiere alrededor de 54 por ciento del territorio nacional (más de un millón de kilómetros cuadrados), y el grueso de esas concesiones se concentra en unas cuantas empresas nacionales y foráneas.

Tales datos oficiales no son otros que los contenidos en el último informe de gobierno de Enrique Peña Nieto (con números hasta junio de 2019), el cual incluye los concesionado por cinco inquilinos de Los Pinos (último año de Salinas de Gortari hasta EPN), quienes se dieron vuelo entregando el territorio nacional a un grupo de empresarios depredadores.

Para dar una idea de qué representa, proporcionalmente, lo concesionado por esos cinco inquilinos de Los Pinos –en los tiempos señalados–, los 108 millones de hectáreas cedidas equivalen al territorio conjunto de 11 estados de la República: Baja California, Baja California Sur, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas, Durango, Sinaloa, Nayarit y Colima.En el comparativo internacional, lo entregado por esos personajes de la política nacional es igual a 3.8 veces el territorio de todos los países integrantes de Centroamérica, o si se prefiere 2.8 tantos el tamaño del estado de Texas, o ya en plan masoquista, el territorio conjunto de España y Francia.

En el medallero entreguista, la de oro se la lleva Felipe Calderón, con alrededor de 36 millones de hectáreas concesionadas a los consorcios mineros, extensión equivalente al territorio conjunto de cinco estados: Zacatecas, Chiapas, Oaxaca, Veracruz y Campeche.

La de plata es para Ernesto Zedillo, con 35 millones de hectáreas, extensión equivalente al territorio conjunto de ocho entidades: Guerrero, Michoacán, Jalisco, Quintana Roo, Yucatán, Guanajuato, Hidalgo y Aguascalientes.

El bronce se lo lleva Vicente Fox: poco más de 27 millones de hectáreas, equivalente al territorio de Coahuila y Durango. La cuarta posición corresponde a Enrique Peña Nieto, con una entrega (hasta junio de 2018) superior a 8 millones de hectáreas y en el escalón número cinco aparece Carlos Salinas de Gortari, con apenas 2.2 millones de hectáreas (sólo en 1994).

Otro informe de gobierno (Felipe Calderón) menciona que en 1990 Salinas de Gortari concesionó más de 15 millones de hectáreas, pero no aparecen relacionados los siguientes años de gobierno. De cualquier suerte, más de la mitad del territorio nacional está en manos de los barones nacionales y foráneos de la minería sin beneficio alguno para el país.

Las rebanadas del pastel

Una cosa es austeridad y otra terquedad: México tiene el último lugar en la prueba PISA, desde la primera de ellas en 2000. En matemáticas el país está muy por abajo del promedio de la OCDE, pero resulta que hay un grupo de genios, muchachos de altísimo rendimiento e integrantes de la Olimpiada Mexicana de Matemáticas, y cada que participa en un acto temático internacional regresa con medallas o menciones honoríficas. Pero el Conacyt se niega a darles presupuesto para su desarrollo. Entonces, favor de no confundir gimnasia con magnesia.

Twitter: @cafevega