Atltzayanca o el compromiso inexcusable de preservar tradiciones // La charla Salterios y toros
tltzayanca significa Lugar donde se rompen las aguas
, y una grafía simplificada admite Altzayanca. Es uno de los 60 municipios del estado de Tlaxcala y el único donde, entre muchas otras, se mantiene la tradición de elaborar y ejecutar salterios, costumbre conservada por generaciones en este municipio, pionero en la fabricación de tan antiguo como maravilloso instrumento musical.
¿De dónde viene el salterio? Sin duda, del ingenio y la sensibilidad de seres humanos preocupados por aportar herramientas útiles a la creación artística, para contrariedad de los globalizonzos empeñados en imponer música gringa y estridencias en inglés a lo largo y ancho de este maltratado planeta, cada día más sordo. Ya conocido en tiempos de la Biblia, el salterio fue importado durante el virreinato y adquirió carta de ciudadanía hasta convertirse en instrumento favorito para la interpretación de variados géneros y valses mexicanos.
A la originalidad del instrumento se añade la adaptabilidad de determinados pueblos del mundo para hacerlo suyo artesanal y musicalmente, como Altzayanca, por magnífico ejemplo, donde en la edición 69 de la Feria del Maguey –la región produce los mejores pulques y curados que se pueda imaginar, junto con los duraznos más grandes y dulces del país– se ofrecieron diversas actividades artísticas, culturales, deportivas, gastronómicas y taurinas.
A invitación del Ayuntamiento de Altzayanca, encabezado por el licenciado Noé Parada Matamoros, y del Instituto Tlaxcalteca de Desarrollo Taurino, a cargo del incansable Luis Mariano Andalco, pude reflexionar en voz alta en torno al tema Salterios y toros en el atestado auditorio municipal, donde me permití sugerir que la alcaldía, el gobierno del estado de Tlaxcala y la Secretaría de Cultura convocasen en fecha no lejana a un encuentro internacional de salteristas, luego de escuchar las finas interpretaciones del trío Salterios de Altzayanca. Ayer, hoy y siempre.
Y hablamos de los precursores afanes de descentralización de los tlaxcaltecas, de su esperanzada alianza con las huestes de Cortés, hace medio milenio, para sacudirse imposiciones y tributos de Tenochtitlan, y al poco tiempo con el envío de 400 familias de Tlaxcala a poblaciones de los futuros estados del norte, asolados entonces por los chichimecas, y de cómo el fantasma del centralismo de la Ciudad de México alcanzó también a la fiesta de los toros, marcando rumbos desafortunados para el espectáculo y ejemplos nefastos para su desarrollo regional, incluida una creciente dependencia de ventajistas diestros españoles.
Mañana no llueve
, sentenció con extraña certeza el alcalde Parada Matamoros, mientras orgulloso me mostraba la sala de cabildos con una bella mesa y una sillería talladas por artesanos de la comarca, y me habló de la escuela taurina de Altzayanca y de la plaza de toros La Morenita, con mil 500 localidades, donde han actuado los principales diestros nacionales, y cuya construcción empezó en 1954, gracias a la iniciativa y afición del párroco Francisco Refino, que solicitaba a los fieles llevar piedras de determinado tamaño en vez de limosnas.
Y no llovió. He hicieron el paseíllo Octavio García El Payo, Sergio Flores y José María Macías para lidiar un bien presentado encierro de Núñez-del Olmo, soso y débil, que no impidió que la atiborrada plaza premiara a cada alternante con una oreja por su determinación y deseos de agradar. Hacer las cosas bien no es ciencia, requiere autoestima, capacidad y voluntad. ¡Enhorabuena, Altzayanca!