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Supervivientes de tortura en huelga de hambre
“S

i me preguntaran qué es la cárcel, os respondería sin dudar que es el basurero de un proyecto socioeconómico determinado, al cual arrojan a todas aquellas personas que molestan dentro de la sociedad: por eso la cárcel alberga principalmente pobres…” Así la definió Xosé Tarrío, quien cumplió 17 años de prisión en el Estado español, 12 de los cuales fueron de aislamiento. Protagonizó múltiples fugas y motines. En 1987, lo encerraron para que cumpliera una pena de dos años, cuatro meses y un día por un pequeño robo que realizó para mantener su adicción a las drogas; adicción que abandonó a medida que fue tomando conciencia a través del proceso de autoformación política una vez recluido. Esos dos años y cuatro meses se convirtieron finalmente en 71 años de penas firmes. Murió el 2 de enero de 2005 y se convirtió en un símbolo del movimiento anticarcelario.

Al igual que Tarrío, presos en lucha adherentes a la Sexta Declaración del EZLN en Chiapas, desafían al injusto sistema penitenciario mexicano. Acumulan más de 120 días en huelga de hambre. Su vida se encuentra en grave peligro y algunos de ellos ya muestran daños irreversibles. Se trata de un claro ejemplo de cómo el sistema capitalista se ceba con los más vulnerables, quienes se ven obligados a luchar por su libertad, a costa de su propia vida. El 15 de marzo decidieron emprender esta medida de presión para visibilizar la grave injusticia que los mantiene encerrados en contra de su voluntad. Su delito, ser pobres y firmar su culpabilidad bajo tortura.

Las personas que optaron por la huelga de hambre lo hicieron porque consideraron que mediante las vías legales –que hasta ese momento el Estado les ofrecía–, sería imposible la obtención de su libertad. Desde el inicio de este proceso han denunciado la tortura a la que fueron sometidos y demandan una investigación adecuada que demuestre la veracidad de sus testimonios.

Según el Grupo de Trabajo No Estamos Todxs se trata de indígenas que denuncian detenciones arbitrarias, torturas, faltas al debido proceso, prisión preventiva por periodos desorbitados y lamentables condiciones de vida dentro de la cárcel. Con esta acción exigen, además de sus libertades absolutorias, que se investiguen los casos de tortura y se generen las condiciones para que estos crímenes no se vuelvan a repetir. En todo este proceso han contado con el apoyo del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas (Frayba) para acompañar sus demandas legales y exigir que se garanticen las condiciones mínimas para llevar a cabo su protesta.

El gobierno de Chiapas abrió una mesa de diálogo, el secretario de gobierno, Ismael Brito Mazariegos, asumió compromisos para resolver los casos de 13 presos. No obstante, en la actualidad, los huelguistas denuncian que los compromisos no se han cumplido y que su vida se encuentra en riesgo. No ha habido revisión de sus expedientes y procesos legales, ni tampoco se han garantizado las condiciones mínimas para la realización de su protesta. En sus propias palabras: el gobierno quiere vernos en caja de ataúd, no tiene interés absoluto en nuestras vidas. Para agravar la situación, en el penal no les están brindando una atención médica adecuada y en varias ocasiones les han negado el acceso al agua potable, lo que significa que han tenido que beber agua contaminada, con el consiguiente aumento de enfermedades.

Tras cuatro meses de negociaciones y rupturas del diálogo, la estrategia de desgaste desplegada por el gobierno de Chiapas ha intentado desanimar a los rebeldes y sus familias a través de falsas promesas y ningún avance. Sin embargo, cuatro presos continúan en huelga de hambre al grito de libertad o muerte: Adrián Gómez Jiménez y Juan de la Cruz Ruiz, de La Voz de Indígenas en Resistencia; Germán y Abraham López Montejo, de La Voz Verdadera del Amate en el penal en San Cristóbal de las Casas; así como Marcelino Ruiz y Baldemar Gómez, de Viniketik en Resistencia se mantienen en ayuno parcial en el penal de Comitán.

El Frayba ha habilitado en su página electrónica un mecanismo de firmas para apoyar a los presos (bit.ly/2X0G8hB). Poco tiempo nos queda como sociedad civil para actuar. Bien entrado el siglo XXI, y con un gobierno que se dice de izquierdas, es un imperativo moral la revisión de sus casos, para una inmediata libertad absolutoria. Resulta muy adecuado recordar la famosa frase del sudafricano Desmond Tutu, laureado con el Premio Nobel de la Paz por su lucha contra el Apartheid en 1984: “Si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor".

*Sociólogo especialista en migración