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Represión aleatoria y preventiva

Más de 700 personas detenidas en protesta opositora en Moscú
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▲ Oficiales de policía detienen a un joven durante una manifestación no autorizada en el centro de Moscú.Foto Ap
Corresponsal
Periódico La Jornada
Domingo 4 de agosto de 2019, p. 21

Moscú. Sábado de lluvia y sol, sucediéndose mientras los efectivos de las unidades antidisturbios y de la Guardia Nacional ocuparon desde temprano el centro de Moscú, cortando el acceso por las calles aledañas para evitar que los inconformes se manifestaran, es el panorama que tuvo la capital rusa ayer, junto con el repentino y gratuito concierto de rock organizado por las autoridades en el Parque Gorki con una apetecible feria de carne asada y cerveza a precio asequible.

No es la primera vez que se aplica la política del palo y la zanahoria, pero sí llamó la atención que no todos los grupos de rock aceptaron deleitar al público ni el regalo surtió el efecto deseado en la mayoría de quienes desafiaron las advertencias de no acercarse a la zona de la protesta convocada, esto es, muchos jóvenes que prefirieron a la diversión correr el riesgo de ser golpeados o detenidos al azar. Hacia las 19 horas el número de detenidos ya rondaba 685.

En consecuencia no hubo este sábado ni marcha por los bulevares del centro, ni plantones individuales que no requieren autorización ni una concentración silenciosa en diversos puntos, aunque por momentos, y a pesar del desproporcionado despliegue policial, afloraron todas estas muestras de inconformidad.

Las detenciones empezaron mucho antes de la hora del comienzo anunciado de la protesta –que era a las 14 horas– y prosiguieron a lo largo de la tarde, de manera totalmente aleatoria y la mayoría de las veces, tan preventiva como ilegal: antes de cometer ningún delito.

Así sucedió con Liubov Sobol, candidata a diputada con registro denegado y en huelga de hambre desde hace 20 días, arrestada por una decena de uniformados apenas puso un pie fuera de su oficina, y con otro candidato, Konstantin Yanskauskas, detenido sin mediar explicación al salir de la cárcel tras una condena de ocho días. Varios reporteros, no obstante estar debidamente identificados como periodistas, acabaron entre rejas

Más de mil estudiantes de la prestigiada Universidad Escuela Superior de Economía firmaron una carta abierta que exige la liberación de un compañero suyo, Yegor Zhukov, acusado de participar en disturbios masivos por el simple hecho de aparecer en un video del sábado 27 de julio gritando a un grupo de jóvenes: ¡A la derecha!, ¡A la derecha!. Se le acusa, sin más, de ser un líder de la revuelta.

Los otros cinco imputados hasta el momento por el mismo delito del Código Penal –disturbios masivos, que no ocurrieron y que deberían, como están tipificados, ser ilustrados con vandalismo, quema de vehículos, destrucción de vitrinas, ataques violentos contra policías, etcétera– están retenidos en espera de ser condenados a entre 3 y 8 años de prisión.

Se les acusa, resumiendo los cargos formulados, de tirar a un policía una botella de agua de plástico, levantar la visera o pantalla de protección de un casco de otro uniformado, lanzar un bote metálico de basura cerca de un soldado que estaba golpeando a gente desarmada y le rozó una nalga o tener en su mochila una navaja y un martillo que no sacó en ningún momento.

Del mismo modo arbitrario ayer se abrió una causa penal contra el Fondo de Lucha contra la Corrupción (FBK, por sus siglas en ruso), del encarcelado líder opositor Aleksei Navalny, por supuestamente utilizar recursos para su financiamiento entregados por sujetos que se presume obtuvieron lavando dinero.

Ocurrió un día después de que el FBK exhibió los poco transparentes esquemas de la vicealcaldesa de Moscú, Natalia Sergunina –la segunda funcionaria en jerarquía después del alcalde, Serguei Sobianin, y encargada de supervisar todos los procesos electorales en la capital–, que adjudicó a su familia, sin las debidas licitaciones y a precio de ganga, numerosos edificios de valor histórico que ahora son hoteles y restaurantes de lujo, además de tener un palacete en Viena.