Opinión
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La muestra

Atardecer

E

l crepúsculo de un imperio. Tres años después de su portentoso debut fílmico en 2015 con El hijo de Saúl (Gran Premio de Cannes y Óscar de la Academia a mejor película en idioma extranjero), el realizador húngaro László Nemes sorprende de nueva cuenta en su segundo largometraje Atardecer (Sunset, 2018) con una apuesta estilística más depurada aún y muy propia (largas secuencias con cámara al hombro, acercamientos obsesivos a los rostros de los personajes, recreación de atmósferas asfixiantes) para evocar una época de magnificencia cultural, el poderío del imperio austro-húngaro a principios de siglo XX, con la ciudad de Viena como capital cultural donde florecen la literatura, el cine y la pintura. En esa urbe monárquica y culta también coexisten el nacionalismo extremo, el furor anarquista y un socialismo visionario, aunque de modo más inquietante y prefigurando catástrofes muy próximas, también un antisemitismo feroz. A través de un vigoroso retrato femenino, el director evoca el rápido tránsito de la plácida opulencia monárquica a una situación de caos social en vísperas del estallido de la Primera Guerra Mundial. A ese crepúsculo político y social alude el nuevo largometraje del cineasta y su título escueto no podría ser más pertinente.

Atardecer es, como antes El hijo de Saúl, la historia de una búsqueda. Esta vez la joven Iriz Leiter (Juli Jakab) llega a la ciudad de Budapest en 1913 en busca de trabajo y pretende encontrarlo en la tienda de sombreros que alguna vez perteneció a sus padres. A pesar de que el próspero negocio conserva todavía el prestigiado nombre de la firma familiar Leiter, su nuevo dueño rechaza en un primer tiempo a la solicitante laboral. Las oscuras razones de su extraña decisión serán el centro de esta trama de intrigas políticas. Un segundo asunto de la película será el descubrimiento de Iriz de la existencia de un hermano suyo, de cuya identidad no tenía conocimiento alguno. El afán de buscarlo le hará acceder a un medio de conspiraciones anarquistas que anuncian ya el colapso del orden imperial. El arribismo social de la protagonista, aunado a la azarosa recuperación de un patrimonio familiar perdido, y el oportunismo de una clase social acomodada que asiste impotente al derrumbe de sus privilegios, son algunos aspectos de esta crónica social desencantada. Al hablar del Lészló Nemes de Atardecer, se ha evocado la influencia de la influencia del italiano Luchino Visconti y sus frescos decadentistas; el realizador prefiere, en cambio, aludir a sus referentes literarios predilectos, Kafka y Dostoyevski. Su cine guarda, en última instancia, ecos mucho más reveladores e inquietantes con la situación política de la Europa oriental de nuestros días.

Se exhibe en la sala 3 de la Cineteca Nacional. 15:45 y 20:45 horas.