Nueva York

El abogado Jeffrey Lichtman es conocido por haber librado en 2005 de la cárcel a John A. Gotti, uno de los mafiosos más famosos en la historia de Nueva York. Gotti, hijo del capo de los Gambino del mismo nombre, no fue considerado inocente, pero el juicio fue declarado nulo y la fiscalía tiró la toalla a la hora de buscar que se celebrara uno nuevo.

Un juicio nulo podría quizá ser la única opción con la que Joaquín El Chapo Guzmán, el nuevo cliente de Lichtman, pudiera evitar pasar el resto de su vida en una prisión estadunidense. Contra el presunto ex jefe del cártel de Sinaloa hay 17 cargos en la corte federal del distrito este de Nueva York. Ninguno es un delito de sangre, pero en el juicio que se iniciará el 5 de noviembre sería suficiente con que el jurado declare culpable al narco mexicano en uno de ellos para que sea sentenciado a cadena perpetua. Lichtman se incorporó ayer oficialmente al equipo de defensa de El Chapo, a falta de poco más de dos meses y medio para que comience uno de los juicios por narcotráfico más mediáticos en décadas en Estados Unidos. Guzmán, que escapó dos veces de prisión en México, llegó a ser considerado el narcotraficante más poderoso del mundo. Chicago lo declaró enemigo público número 1, como hiciera con Al Capone.

Eduardo Balarezo ha sido hasta ahora su abogado principal. Lleva trabajando en el caso un año. En septiembre pasado relevó a los dos abogados de oficio que tuvo el narco los primeros ocho meses, tras su extradición en enero de 2017. Lichtman tendría que haber entrado también entonces. Pero la negativa de la fiscalía a garantizar que no buscaría incautar los honorarios si sospechaba que procedían del narcotráfico lo mantuvo al margen hasta el momento. Ahora asegura que el problema financiero se ha resuelto. Estados Unidos y México estiman en 14 mil millones de dólares el dinero amasado por El Chapo con sus negocios ilícitos, pero no han logrado encontrar hasta ahora un solo centavo.

El cobro de los honorarios no ha sido fácil para Balarezo. El régimen de aislamiento en el que está Guzmán Loera, que en su prisión de máxima seguridad de Manhattan sólo puede recibir la visita de sus dos hijas pequeñas, ha dificultado el cobro al letrado. Balarezo publicó en febrero una carta de Guzmán en la que pedía a su familia pagar al abogado. La entrada de Lichtman en el caso no parece haber caído bien a Balarezo, que lleva además un año privado de sueño y de tiempo compartido con su familia ante la montaña de documentación a la que ha tenido que enfrentarse junto a su colega William B. Purpura. Nuestro pequeño equipo ha venido trabajando duro por muchos meses para organizar literalmente montañas de proposiciones de pruebas (de la fiscalía) en preparación del juicio y para asegurar que los derechos del nuestro defendido están protegidos, dijo Balarezo a DPA.

Esperamos que Lichtman esté preparado para arremangarse y ponerse a trabajar a tan poco tiempodel juicio. Nada más asumir el caso, la fiscalía entregó a Balarezo más de 320 mil folios y miles de audios. El pasado julio lanzó sobre él más de 82 gigabytes de datos con aproximadamente 117 mil archivos de sonido y mil 125 páginas de documentos. El juez le concedió entonces un aplazamiento de dos meses del inicio del juicio, el segundo que ha logrado.

Eduardo Balarezo seguirá en la defensa de Guzmán

Y ahora, Lichtman se pone al frente de la defensa. Los dos abogados, ideológicamente en las antípodas, tendrán que trabajar juntos en los dos meses y medio que quedan para el inicio del proceso y durante los casi cuatro que está previsto que dure. Balarezo, nacido en Guayaquil, Ecuador, hace 51 años, llegó a Estados Unidos de niño y tiene su despacho en Washington DC.

Aficionado al fútbol europeo, es seguidor del Barça y de Leo Messi. Como liberal demócrata –que en Estados Unidos es sinónimo de progresista–, no le gusta Donald Trump, al que atiza desde Twitter. Lo ha llamado corrupto y traidor, entre otras cosas.

Lichtman nació hace 53 años en una familia judía de Newark, Nueva Jersey. Estudió derecho en la escuela de leyes de la Duke University y tiene su bufete en Nueva York. Gran aficionado al béisbol, es un simpatizante de Trump.

En lo que coinciden ambos es en la dificultad de la defensa de El Chapo. Balarezo asegura que la fiscalía, a la que ha acusado de ocultarle información, ha hecho del caso un símbolo emblemático y busca una condena a toda costa. Creo que será muy difícil para el señor Guzmán encontrar a 12 jurados que puedan sacar de sus mentes todo lo que han visto y oído sobre él durante años.