Pronóstico difícil, realidad amenazante
umenta una preocupación colectiva respecto de la crisis de 2018. Si por crisis se entiende una alteración severa de los procesos vigentes, tendremos crisis por ministerio de ley. La Constitución y la ley prevén crear una crisis legal: las elecciones generales. El recambio en el Poder Ejecutivo, en el Congreso, en nueve gubernaturas y en otros 3 mil puestos de elección popular agitan y movilizan a la población. Pero hoy se dan en condiciones muy malas para el país.
El pronóstico de lo que sucederá en los próximos meses se vuelve muy difícil. Existen dos escenarios extremos: la sucesión se da en forma pacífica o como apunta Muñoz Ledo puede terminar en un desastre
: un golpe de fuerza que suspenda la vida institucional. Entre estos escenarios se pudieran dar distintas salidas difíciles de pronosticar, pero no necesariamente catastróficas; eso puede depender de tres factores:
El factor político: estas elecciones serán un referendo entre seguir la trayectoria que lleva el país (representada por el PRI y el frente PAN-PRD) o un cambio lo suficientemente profundo como para alterar la trayectoria histórica: la reforma que propone Morena es moderada pero, si se da, habrá una renovación de hombres, estilo y proyectos. Para que la competencia funcione y no se desborde se necesita garantizar que la elección se dará en términos legales y justos. Hay una fuerte desconfianza en el INE como árbitro y también en la posición del gobierno que no ha dado muestra de voluntad política para respetar los resultados de los comicios.
El otro factor es de índole económico: el destino del TLCAN es incierto y esto afectará la inversión; la inflación está creciendo y aumenta el precio de insumos clave como son los combustibles fósiles y alimentos. La presión estadunidense va a coincidir con la debilidad y la falta de estrategia por parte del gobierno y como resultado se castigará al peso y disminuirá aún más el crecimiento.
¿Y el factor de la violencia? Está aumentando el tráfico de armas y los índices de homicidios. Hay un repunte de la actividad del crimen organizado y los asesinatos de políticos aumentan. Han sido ejecutados candidatos o precandidatos, además de abogados, defensores, periodistas, empresarios y líderes sociales. Las agresiones contra la precandidata de Morena, Claudia Sheinbaum, en la propia capital, con un saldo sangriento y con la autoría intelectual de políticos y el encubrimiento de las autoridades son un síntoma muy preocupante. Todo indica que los grupos criminales se sienten impunes. Los gobiernos parecen incapaces de frenar esta tendencia. Quizá sea este el factor más peligroso.