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Periodistas en la mira
Premio a Ida Vitale
Post Vive Latino 2017: las dos experiencias
ste jueves 23 de marzo nuestra corresponsal en la capital del estado de Chihuahua, Miroslava Breach Velducea, fue arteramente asesinada por un hombre armado. El criminal le disparó ocho balas calibre 9 milímetros cuando la periodista salía de su casa.
Se exige justicia
urante 20 años Miroslava Breach Velducea nos informó con claridad y rigor, entre otros asuntos, de los avatares y las dolorosas (casi siempre) historias del pueblo rarámuri en la sierra Tarahumara de Chihuahua como corresponsal de La Jornada. También dirigió El Norte de Juárez. Su trabajo informativo era una forma de hablar del abuso gubernamental corrupto y, claro, del crimen organizado. Ojarasca exige justicia para la compañera y su compromiso con la verdad, así como garantías para los trabajadores de la información en todo el país.
n ausencia de información oficial consistente, pero atendiendo los hechos cotidianos, se advierte un cambio de situación sustantivo en las operaciones anticrimen: se ha iniciado un repliegue. El más interesante de los corolarios es que pareciera que al fin hay el reconocimiento de que se iba por la ruta equivocada y que el poco más de un año restante a la actual administración es apenas el tiempo necesario para medio arreglar el tiradero de 10 años y apuntalar al gobierno en lo posible.
el 5 al 7 de marzo de este año, en el contexto del cuarto aniversario de la desaparición física del presidente Hugo Chávez Frías, tuvo lugar en Caracas, Venezuela, el 15 encuentro de la Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad, esta vez en torno a la temática: Comunicación emancipadora o patrias colonizadas
.
i alguien quiere imaginar un lugar remoto de Nicaragua, perdido en la incierta geografía de las selvas de la costa del Caribe, no hay mejor ejemplo que El Cortezal. Para llegar hasta allí, el periodista Carlos Salinas tuvo que hacer un viaje de cuatro horas desde el mineral de Rosita, donde no hay aeropuerto, a bordo de una camioneta que debía capear zanjas y piedras, y luego tres horas más a pie, a veces atravesando ríos, en media montaña. Aquí fue donde literalmente el diablo perdió el poncho.
l libro. La caída de la máscara
–impuesta por la sociedad, pero mantenida también por él mismo–, un inesperado y traumático incidente marca un claro antes y un después para Frantz Fanon (1925-1961). Aunque consciente de la dominante jerarquía racial
–con los blancos y sus descendientes arriba, los árabes y los africanos abajo y los antillanos como él ocupando un ambiguo lugar intermedio– Fanon por mucho tiempo se considera sólo un francés
(o sea: más blanco que negro
). Aunque conoce bien el racismo de la sociedad colonial de su Martinica natal, su virulenta cepa continental
traída por los marinos de Vichy y su versión institucionalizada
en el ejército de De Gaulle donde se enlista, el tema al principio no lo ocupa tanto. Incluso estudiando ya la siquiatría en Lyon, a finales de los años 40, se mueve más en los círculos blancos y así básicamente es tratado (¡sic!). Pero cuando un día en la calle un niño viéndolo pasar grita: ¡Mamá, un negro! ¡Me da miedo!
, nada vuelve a ser igual (A. Shatz, LRB, Vol. 39, No. 2, 19/2/17). Esta experiencia inspira y abre su primer libro: Piel negra, máscaras blancas (1952). Allí Fanon deconstruye el hecho de ser un negro
como una fantasmagoría blanca
y analiza los impactos sicológicos del racismo también en relación con formas más amplias de dominación política y socioeconómica. Así, para él, el colonialismo es literalmente causa de trastornos mentales. De este diagnóstico clínico – Piel... con el título Un ensayo sobre la desalienación del hombre negro es pensado originalmente como su tesis de doctorado– desprende luego su trabajo político/revolucionario por la independencia de Argelia.
lega la primavera caliente y las brujas mexicas enfurecidas por el muro fronterizo de los vecinos estadunidenses se han agrupado para construir otro muro que será mágico. El calor que registra la República determina una aguda sensibilidad; el espacio del amor desplazándose a la ternura, al aire. El deseo provocando escalofríos, armonía de líneas, el trazo abre caminos horizontal y verticalmente. Melodía interna que emana desde una bruja malinalca siempre anterior, de viejas esencias dormidas, envueltas en la vestimenta multicolor. Tempestad del sentimiento, eterna aspiración, lugar ideal del otro, que hace de la existencia magia infinita.