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El Despertar

¿Por qué fracasan los gobiernos?

E

n 50 años hemos tenido nueve presidentes, siete del partido oficial y dos del PAN (alguna vez opositor). Hoy los partidos Revolucionario Institucional, Acción Nacional y un segmento del de la Revolución Democrática forman un frente conservador. Los nueve gobiernos fallaron porque ninguno tuvo un programa claro y consistente para reducir la desigualdad, madre de todos nuestros vicios, incluyendo la falta de crecimiento y la corrupción.

Los primeros tres resintieron a los grupos opresores, pero los seis últimos se aliaron a la oligarquía y establecieron un vínculo íntimo entre el poder político y el económico. Las instituciones se deformaron para favorecer a la súper élite de 37 mega ricos que controlan casi 40 por ciento del PIB. Entre 2007 y 2012, el capital de los magnates creció 32 por ciento. México es el país más inequitativo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, sólo antes de Chile. Los más ricos han sido desde la época colonial los grandes beneficiarios del proceso económico. Extraen y concentran la riqueza, son un factor dominante en la política e impiden un mercado moderno, competencia efectiva y una redistribución de la riqueza para crear una masa de consumidores.

Los 16 más poderosos han acumulado sus fortunas en negocios vinculados a las concesiones o autorizaciones del gobierno. Han capturado al Estado Mexicano. Gozan de concesiones y autorizaciones irregulares, no pagan impuestos y las leyes se hacen a su modo. Hasta 1985 la estabilidad política hizo prosperar la economía, pero a partir de entonces no ha habido crecimiento ni estabilidad, sino inconformidad; una oposición creciente que desembocó en una alternancia fallida. La democratización no ha significado disminución de la concentración. De los 120 millones de mexicanos, más de la mitad están en la pobreza y 20 millones tienen hambre.

No puede sorprendernos que el gran aparato esté cerca del colapso; no obedece al interés general ni a la necesidad de crecer o redistribuir, sino a la voracidad extrema de una elite heredera de los privilegios que se niega a ceder el espacio necesario.

México necesita recuperar la capacidad del Estado para disciplinar a la oligarquía o seguirá de crisis en crisis, dando tumbos hasta quebrarse.

Twitter: @ortizpinchetti