Obtienen respuesta de los pobladores locales; no son molestados
Sábado 17 de diciembre de 2016, p. 8
Mexicali, BC.
Por las principales vialidades de esta capital, haitianos y africanos esperan que el semáforo marque el alto a los automovilistas para ofrecer sus dulces y golosinas y sostener su estancia en esta ciudad fronteriza mientras llega la fecha para la entrevista con personal de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos, en la garita de Calexico, California.
Son hombres y mujeres que llegaron a la frontera noroeste de México para solicitar refugio humanitario en Estados Unidos, que se han visto obligados a vender en las calles. Invirtieron cada uno más de 5 mil dólares (alrededor de 100 mil pesos) para su trayecto desde Brasil, donde trabajaron en la construcción y servicios en los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro (en agosto pasado) y el Campeonato Mundial de Futbol (en 2014).
Huir hacia por la violencia
La mayoría obtuvo la nacionalidad brasileña, pero decidieron migrar hacia el norte para evitar el retorno a sus países de origen por la violencia en sus comunidades o la crisis económica de sus naciones.
Los pedigüeños y personas en situación de calle miran a los migrantes con curiosidad, sobre todo porque ocupan cruceros transitados y obtienen respuesta de los mexicalenses. A diferencia de los nacionales, los afrodescendientes no son molestados ni removidos de estas arterias urbanas por autoridad alguna.
En tanto, mil afrodescendientes permanecen distribuidos en albergues de la sociedad civil y el hotel del Migrante mientras encuentran actividades para sostener su estancia en esta ciudad y observan el muro de acero que divide a México con Estados Unidos.