Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Suplemento Cultural de La Jornada
Domingo 1 de noviembre de 2015 Num: 1078

Portada

Presentación

Ángel Pahuamba, testigo
de nuestro tiempo

Gaspar Aguilera Díaz

Roa Bárcena y los
cuentos de aparecidos

Edgar Aguilar

La hermosa
monstruosidad
de los insectos

Armando Alanís Pulido

Santa Muerte,
blanca Niña Bonita

Fabrizio Lorusso

Un viajante llamado
Arthur Miller

Ricardo Bada

La reserva ecológica del
Pedregal de la UNAM

Norma Ávila Jiménez

Leer

ARTE y PENSAMIENTO:
Tomar la Palabra
Agustín Ramos
Jornada Virtual
Naief Yehya
Artes Visuales
Germaine Gómez Haro
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Paso a Retirarme
Ana García Bergua
Cabezalcubo
Jorge Moch
Jornada de Poesía
Juan Domingo Argüelles
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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La Jornada Semanal

 
 
Orgullo universitario, es uno de los últimos espacios
en el DF que conservan su flora y fauna original
La reserva
ecológica del
Pedregal de la UNAM
La reserva
ecológica del
Pedregal de la UNAM

 

Norma Ávila Jiménez

Hay quienes creen que son terrenos baldíos de Ciudad Universitaria, sin imaginarse que forman parte de uno de los últimos espacios del sur del Distrito Federal que conservan la flora y fauna original. Las especies sobrevivieron a la erupción del Xitle –ocurrida en el siglo cuatro de nuestra era–, cuya lava cubrió 80 kilómetros cuadrados de Cuicuilco. Gravitando inseguros –como diría Francisco Neumann–, el helecho, el palo loco y las plantas herbáceas se afianzaron a la roca volcánica para crecer, semejando una coreografía asimétrica o la composición Número 5, de Jackson Pollock, mientras la rana Eleutherodactylus grandis, el tlacuache y la zorra gris, se reprodujeron entre la aspereza y el cuasi silencio.

Dividida en tres partes –núcleos poniente, oriente y sur oriente– y partida por la avenida de los Insurgentes, la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel (REPSA), además de ser un relicto (espacio sobreviviente de fenómenos naturales) en donde conviven más de mil 800 especies, como una esponja absorbe agua de lluvia que ayuda a abastecer el manto freático de la ciudad. Entre las brechas –en donde a veces se observan los restos del cambio de piel de una serpiente cascabel–, y las cuevas-casa de murciélagos, “todavía se respira aire puro”, asegura el doctor Luis Zambrano, secretario ejecutivo de la reserva.

Aun con esas características, los especialistas responsables de este espacio de 237 hectáreas, a diario lidian batallas por defender lo que no deberían defender, sino simplemente cuidar y mantener.

Un puente para tlacuaches y cacomixtles

La invasión de especies exóticas (no nativas), se ha convertido en un grave contratiempo. Mientras el biólogo Guillermo Gil me muestra una trampa-jaula para perros colocada dentro del núcleo sur oriente, subraya: “Desde hace tres años estamos controlando a los perros que entran acompañando a indigentes, y a los ferales, aquellos que nacen y crecen entre manadas, debido a que sus dueños los abandonan. Andan en jaurías, son listos y acaban con las especies nativas. “La gente también abandona gatos, búhos, tucanes y boas, entre otros animales. Cuando los hemos encontrado vivos, están enfermos porque no es su ambiente.”

Guillermo Gil, quien aprendió a saltar el enrejado para entrar inmediatamente a la reserva a sacar indigentes, drogadictos y estudiantes, continuamente es solicitado para rescatar fauna nativa enredada entre las concertinas (espirales de púas), escondida entre los ductos y plafones de las oficinas, o atropellada.

“Dentro de Ciudad Universitaria, a diario circulan 70 mil vehículos y los conductores no respetan el límite de velocidad, de 40 kilómetros por hora –asegura Luis Zambrano. Si lo respetaran, se evitarían atropellamientos de animales, les daría tiempo de atravesar. Se salen de la reserva en busca de comida y espacio, porque no conocen límites y la unam está construida sobre su hábitat; nosotros los estamos invadiendo, no al revés, y poca gente es consciente de eso.” Eso último recuerda lo que subrayaba el filósofo Friedrich von Schelling (1775-1854): el espíritu consciente del hombre es el espíritu de la naturaleza que se contempla a sí mismo. Naturaleza y hombre son lo mismo, aunque muchos traten de negarlo.

Entre las acciones para proteger a la fauna, desde hace tres años ya se observan letreros que anuncian su tránsito entre los circuitos universitarios, y uno de los proyectos es la construcción de un puente que atraviese Insurgentes, sin caseta y exclusivo para tlacuaches, cacomixtles y plantas. El arquitecto de paisaje de la REPSA, Pedro Camarena, apunta que esa idea se tomó de Canadá, “en donde se han construido corredores sobre una carretera para permitir el libre flujo de la fauna y flora. Han tenido cuidado y respeto por la naturaleza dentro de sus límites geográficos.”

Otra invasión a este espacio que se conecta con el Bosque de Tlalpan, el Ajusco y Xochimilco, es la del pasto africano o kikuyo, usado generalmente en los jardines artificiales y plantado en algunas zonas de amortiguamiento (áreas inmediatas a la reserva para minimizar los cambios abruptos de área) de la REPSA. Está ganando terreno y desplazando a la dahlia, flor del tigre, la begonia carne de doncella y a las plantas orejas de burro y mala mujer, entre otras de nombres inolvidables.

Para minimizar el efecto de ese desplazamiento, el arquitecto Camarena subraya: “Una de la ideas es que los jardines de las dependencias universitarias estén basados en la vegetación de la reserva, aunque a mucha gente le disgustaría, por ser plantas que crecen con cierto desorden y están acostumbrados a las rosas. Sin embargo, esta vegetación ayudaría a generar corredores biológicos por todo el campus, con lo que se lograría un mejor control y manejo de las especies.”

Edificios y más edificios

Los incendios –provocados, en un noventa por ciento– y las construcciones son otros problemas que ahogan a la reserva. “Es importante el desarrollo desmedido que ha tenido la universidad y casi nadie lo ve –enfatiza Guillermo Gil. En diez años se construyeron cuarenta edificios, mientras que en los últimos dos años se han levantado veinte. En la UNAM no se hace evaluación de impacto ambiental, y aunque se hiciera y saliera en contra, autorizarían la construcción.”

“Aun con esos problemas, el trabajo en la REPSA cada día es más esperanzador: muchos se están dando cuenta de su importancia y ya hay más gente que la protege. La reserva es un orgullo universitario, las especies también son pumas”, enfatiza Luis Zambrano.

Caspar David Friedrich (1774-1840), veía con su “ojo interior” lo que es la naturaleza para después fundirla con el paisaje exterior y estructurar, con su pincel, la comunión ser humano-fauna-flora. Ojalá y esa trinidad se vuelva un eco constante dentro del espíritu universitario.


Fotos: conabio.inaturalist.org