El infortunio se fincó en Tlatelolco, donde se consumó la derrota del imperio mexica; además, es lugar de la matanza del 2 de octubre de 1968 y ahí el sismo de 1985 tuvo efectos devastadores.

Sin embargo, a diferencia de su permanente antagonista Tenochtitlán, Tlatelolco conserva su nombre indígena, dijo Eduardo Matos Moctezuma ayer, durante una charla en El Colegio Nacional.

El 13 de agosto de 1521, cuando Tlatelolco cayó en poder de Hernán Cortés y comienza la etapa colonial, se fincó el infortunio; sin embargo, una cosa muy curiosa: Tenochtitlán pierde su nombre; Tlatelolco lo conserva. El decir popular para nombrarlo le borra el Santiago, el patrono de los soldados conquistadores –mencionó el arqueólogo–. Tlatelolco ahora es Tlatelolco.

Más de mil entierros

En la conferencia Tlatelolco a través de los tiempos, inscrita en el ciclo Miradas hacia el pasado: historias póstumas de los monumentos prehispánicos, Matos Moctezuma hizo una síntesis del asentamiento indígena y reseñó las exploraciones arqueológicas en la zona durante más de un siglo, pues se iniciaron en 1892 y continúan.

Durante la primera parte, el autor de Muerte a filo de obsidiana describió la historia de la fundación de Tlatelolco y su pugna de alrededor de dos siglos con Tenochtitlán, que termina por dominarlo. Enseguida sintetizó las más importantes exploraciones del sitio y el conocimiento generado de esta cultura desde 1944. El investigador también abordó los hechos más actuales de este espacio que conjunta el pasado prehispánico, colonial y moderno.

Eduardo Matos Moctezuma destacó lo inusitado de los entierros hallados en la zona sagrada de Tlatelolco, más de mil, la mayoría de los cuales, sugiere, provenían del pueblo.

El ciclo de conferencias también incluye charlas este mes de Leonardo López Luján sobre la diosa del agua de Teotihuacán (jueves 20), el dibujo en la Nueva España (martes 25), y cerrará con la conversación sobre la fotografía arqueológica en el siglo XIX, impartida por Matos Moctezuma, el jueves 27.