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Los yúniors, su jaguar, sus putas
No debería importarnos que un puñado de subnormales, presuntos hijos de familia rica (o que buscan dar el gatazo, porque el esnobismo parece ser la tónica entre alguna gente) se exhiban en un video aparentando ser padrotes, narcotraficantes, mafiosos… o políticos que a veces son todo en una. Como Tony Montana en Scarface y su tigre de Bengala en el jardín, estos infelices muestran un jaguar encadenado a sus pies. Mucho menos debería considerarse sintomático de anemia moral, según quienes defienden a la institución involucrada por pura envidia, dicen, de quienes no estudiamos en “una institución tan chingona”, que ese puñado de yúniors cagones y altaneros sean egresados de un colegio que según sus propios afiches promueve altos valores morales, cívicos y hasta espirituales. No hay mucho que atesorar en la moral consunta del pelotón de imbéciles que presumen corbatas de seda, trajes de firma y un felino encadenado, y hacen que mujeres se les muestren y ofrezcan, denigradas a mero objeto sexual ni que luego se hagan retratar como asediados por sus putas, las que implícitamente contratan y controlan para que se les echen encima aunque terminen, paradójicamente, huyendo de su presencia.
Pero el asunto adquiere relevancia singular cuando resulta que el colegio donde dicen haber estudiado esa caterva de mamones –imposible no adjetivarlos, no retribuir con una invectiva el insulto colectivo que propinaron a la sociedad al hacer pública su porquería de video en las redes; doble insulto, además, porque en su estupidez supina nunca llegaron a considerarlo ofensivo sino osado, digno de ser mostrado, presumible– es regenteado (y utilizo el verbo en su acepción más deliberadamente peyorativa) por el mismo falansterio hipócrita que ocultó por años y ahora pretende borrar de la memoria colectiva, a pesar de los valientes testimonios de sus víctimas, las atrocidades cometidas por un cura pederasta y sus cómplices en seminarios y colegios propiedad de esa congregación de que, además, él mismo, Marcial Maciel, fue fundador. Una congregación religiosa católica que, aunque para taparle el ojo al macho hace ocasionales obras de caridad, en realidad se especializa en amamantar una élite poderosa vinculada a grandes fortunas, industriales, empresarios, comerciantes y sobre todo políticos prepotentes. Allí el peligro que menciona Diego Petersen: “La posibilidad de que uno de esos sátrapas que aparecen en el video nos gobierne”… La misma congregación que, a pesar de las constantes denuncias de delitos sexuales y corrupción infantil en varios lugares del mundo pero para la mayor vergüenza en México, gozó de la protección irrestricta del Vaticano con Wojtyla (hoy absurdamente santificado) y Ratzinger a la cabeza, y de la arquidiócesis de México. Al respecto, por cierto, Norberto Rivera Carrera sigue sin dar cuentas de su participación en la protección a la red de clérigos pederastas en el seno de los Legionarios de Maciel.
Sí, ya pasaron los días. Sí, ya retiraron el video, o le pusieron una clave de acceso para que no sea público (pero ahí sigue, para que se entretengan sus creadores en el onanismo de su idiotez). Sí, ya dijo el Instituto Cumbres que tomará cartas en el asunto (aunque nunca antes lo hiciera y haya otros videos con elementos muy similares, deliberadamente humillantes y clasistas), pero nada de eso importa, porque quienes aplaudieron y participaron en tan flagrantes ejemplos de pobreza intelectual y de una jerarquización de valores sociales de convivencia tan cutres y cercanos al arquetipo de las mafias oligarcas allí siguen, ahí van a seguir, recibiendo prebendas de madres y padres sobreprotectores que fueron tan inconsecuentes que les aplaudieron a sus nenes cuanta estupidez cometieron. Detrás de un simple video “de graduación” se proclama, otra vez, el desprecio de los que acaparan dinero, poder, apellido, amigos, padrinos, pasaporte, visa y auto deportivo. Los excluyentes. Los que quizá, para que nunca salga este país del hoyo en el que lo metieron otros como esos chamacos estúpidos, habrán de graduarse luego como herederos de ese poder que más que para fomentar el desarrollo económico socialmente distribuido con justicia, ha resultado maquinaria de diseño para aplastar y explotar a millones de seres humanos que viven enajenados desde luego por esa misma maquinaria, en condiciones de pobreza o miseria de la que muchos no van a poder emanciparse nunca a menos que se sumen al crimen organizado y la grilla.
Y que todo siga igual.
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