Número 224
Jueves 5 de Marzo del 2015
Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER
Directora general
CARMEN LIRA SAADE
Director:
Alejandro Brito Lemus
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Director fundado
La incógnita que llevará a un tercio de mexicanos al cáncer
A propósito de la Jornada Mundial contra el Cáncer del pasado 4 de febrero, médicos mexicanos explicaron que en nuestro país, en algunos años, uno de cada tres habitantes podría presentar principios de algún tipo de cáncer. A escala global, en 2012 hubo 14 millones de nuevos casos y 8.2 millones de muertes relacionadas con el cáncer; en 20 años, se estima que la cifra será de 22 millones de casos nuevos por año.
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Leonardo Bastida Aguilar
¿Desarrollar cáncer es cuestión de suerte, genética, estilo de vida, factores ambientales, infecciones o descuido personal? Esta es una de las preguntas con las que la comunidad científica internacional abrió un debate en este año a fin de determinar cuáles son las causales de este padecimiento que provoca en promedio siete millones de muertes al año alrededor del mundo, y que en México, se estima, en un futuro podría afectar a uno de cada tres mexicanos.
“Mala suerte”, fue la respuesta que dieron, en enero, Cristian Tomasetti y Bert Vogelstein, de la Universidad John Hopkins, como posible causal del cáncer debido al surgimiento, en 65 por ciento de los casos, de ciertas mutaciones aleatorias o “errores” durante las replicaciones de ADN que se llevan a cabo en células madres no cancerosas. El otro 35 por ciento de los casos, afirmaron los expertos en bioestadísticas, se debe a factores hereditarios o relacionados con el medio ambiente.
En su artículo publicado en la revista Science, argumentaron que hay algunos tipos de tejido que aumentan “en millones de veces” las probabilidades de que el ser humano presente cáncer debido a que en ellos se llevan a cabo una mayor cantidad de divisiones celulares a fin de preservar la homeostasis de dicho tejido, es decir, la estabilidad fisiológica, un equilibrio en la proliferación de células durante su renovación. Sin embargo, en dicha proliferación pude producirse “un error” y comenzar una producción de células sin control que puede derivar en un cáncer.
Otros estudios y estadísticas han asociado el origen de algunos tipos cáncer con otros factores. El cáncer más común, el de pulmón, ha sido directamente relacionado con el consumo de tabaco, y algunos de piel, con el contacto con los rayos ultravioleta emanados del sol.
Algunos otros, como el cérvico uterino o, en algunos casos, el orofaríngeo o el anal, se han vinculado con el virus del papiloma humano, presente en casi 80 por ciento de los seres humanos y que se expresa cuando hay problemas de inmunosupresión en el organismo. En ese momento, surgen lesiones como condilomas (verrugas genitales) o papilomas (tumores).
Las radiaciones de materiales tóxicos también han sido ligadas a la presencia de cánceres como leucemia linfocítica crónica o los linfomas, debido a que la exposición prolongada a radiación puede hacer mella en los organismos, como desafortunadamente lo encarnó la científica francesa de origen polaco Marie Curie, descubridora de la radioactividad y precursora en el uso de la radiación, que a la larga le provocó una anemia permanente, la cual pudo haber sido una leucemia.
La evidencia científica ha mostrado que en más de la mitad de los casos, una mutación del gen denominado p53, o algunos otros con los que se interrelaciona, provoca cáncer, a pesar de que originalmente dicho gen produce una proteína clave para defender a la célula de diferentes tipos de estrés o de daños en el ADN, además de ser capaz de conducir a las células dañadas por el cáncer a “cometer suicidio” y no reproducirse.
Incluso el sexo de las personas parece ser otro factor. Los cánceres diagnosticados con más frecuencia en el hombre son los de pulmón, próstata, colon y recto, estómago e hígado, mientras que en el caso de las mujeres son los de mama, colon y recto, pulmón, cuello uterino y estómago.
A pesar de los esfuerzos, aún no quedan del todo claras las causales por las que las células adquieren la voluntad autónoma de dividirse, en algunos casos sin control, generando masas de tejido (tumores) que invaden diferentes órganos y destruyen tejidos normales, llamadas neoplasias.
Manchas con forma de cangrejo y bilis negra
“Masas abultadas en el pecho, pechos fríos y sin fiebre” es parte de la descripción hecha por el médico egipcio Imhotep alrededor del año 2625 antes de Cristo sobre un posible cáncer de mama, el cual, consideró, no tenía cura. Fue casi dos milenios después, en la antigua Grecia, que Hipócrates llamó “cangrejo” a esos tumores con algunas ramificaciones que le recordaron al llamado “padre de la medicina” a un cangrejo enterrado en la arena con las patas extendidas. Él compartió el punto de vista de los egipcios y afirmó que lo mejor era no curar al enfermo.
Los apuntes médicos de Hipócrates fueron seguidos al pie de la letra por Galeno, médico griego cuyo auge estuvo entre los romanos, y quien realizaba sus diagnósticos con base en la teoría hipocrática de los cuatro fluidos, según la cual, las enfermedades se manifestaban porque las personas acumulaban humores y fluidos de diferentes colores. Según tal teoría, el cáncer era producto de la bilis negra, que al acumularse, formaba los tumores.
Esta idea prevaleció casi toda la Edad Media y el siglo XVI. Algunos cirujanos, influenciados por las ideas ilustradas, intentaban extirpar los tumores que fueran muy visibles, sin obtener grandes resultados. Fueron los avances científicos médicos del siglo XIX los que permitieron que con la anestesia y el antiséptico hubiera mayor posibilidad de extraer tumores y estudiarlos.
Hasta la mitad del siglo XX, el cáncer se trató con cirugías para extirpar el tumor, obteniendo resultados favorables en caso de que no hubiera hecho metástasis, es decir, se hubiera diseminado en otras partes del cuerpo.
Avances tecnológicos como el descubrimiento del elemento radio permitieron el surgimiento de la radioterapia para eliminar células cancerígenas; la investigación médica permitió la creación de la quimioterapia, que elimina las células cancerosas a través de fármacos, hasta llegar a la inmuno-oncología, una rama de la medicina cuyo objeto de estudio son los mecanismos por los cuales el sistema inmunológico responde de manera más eficaz una vez que reconoce a las células cancerosas y la forma en que las contrarresta.
Esta fusión de la oncología con la inmunología fue catalogada por la revista Science como uno de los “hallazgos del año” en 2014. Sin embargo, decenas de proyectos alrededor del mundo continúan el intento por resolver una pregunta básica: ¿qué provoca el cáncer?
Más vida, más posibilidades
Más que la causa, se conocen algunos factores predisponentes para algunos tipos de cáncer, mencionó Joel Bañuelos, médico oncólogo del Instituto Mexicano del Seguro Social, quien explicó a Letra S que la aparición de tumores en el de endometrio y en las mamas está en parte relacionada con altos niveles de estrógenos, los cuales se presentan más en mujeres con obesidad o síndrome de ovario quístico. Otras variantes, como el de colon, están relacionadas con la alta ingesta de alimentos carentes de fibra, lo cual incrementa la posibilidad de desarrollar ese tipo de cáncer. Sin embargo, aclaró, estos factores, estrictamente, no son las causas por las que se presenta el cáncer, sino únicamente circunstancias.
Para el especialista, el incremento de la incidencia de cáncer en México en algunos años es factible debido al aumento de edad de la población. Cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía reflejan que en 1930 las personas vivían en promedio 34 años; en 1970, el indicador se ubicó en 61; en 2000 fue de 74, y en 2014, de casi 75 años.
Además, México se encuentra dentro de las regiones marcadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como lugares donde se concentrarán más de 60 por ciento de los nuevos casos anuales totales del mundo y 70 por ciento de las muertes por cáncer en el planeta.
Bañuelos agregó que otro posible factor son hábitos como el consumo constante de alimentos ricos en grasas o con poca fibra. Al respecto, la OMS ha señalado que un 30 por ciento de las muertes por cáncer son debidas a factores de riesgo conductuales y dietéticos como el índice de masa corporal elevado, la ingesta reducida de frutas y verduras, la falta de actividad física, el consumo de tabaco y el consumo de alcohol.
La misma agencia internacional ha dicho que hay una probable reducción de las posibilidades de desarrollo de un tumor cancerígeno si se evita el consumo de tabaco y alcohol, se reduce el exceso de peso o la obesidad, se consumen frutas y hortalizas, se evitan las radiaciones ionizantes y no ionizantes, se reducen las posibilidades de infecciones por virus del papiloma humano o de hepatitis B por medio de vacunas y se reduce la contaminación del aire de las zonas urbanas. Dichas recomendaciones se basan en evidencia científica publicada en revistas como The Lancet que han mostrado que alrededor de 50 por ciento de las muertes por cáncer, a escala global, se registran en personas de entre 30 y 69 años.
Igualmente, la comunidad médica internacional, encabezada por la OMS y el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer, ha trazado una agenda científica y de políticas públicas que considera, entre otras cosas, aumentar el compromiso político con la prevención y el control del cáncer; coordinar y llevar a cabo investigaciones sobre las causas de la enfermedad y los mecanismos de la carcinogénesis en el ser humano; facilitar la formación de amplias redes mundiales, regionales y nacionales de asociados y expertos en el control del cáncer; fortalecer los sistemas de salud locales y nacionales para que presten servicios asistenciales y curativos a los pacientes con cáncer, y prestar asistencia técnica para la transferencia rápida y eficaz de las prácticas óptimas a los países en desarrollo.
Aunado a dichas recomendaciones, Bañuelos consideró necesario que las personas acudan de manera más frecuente a revisiones médicas periódicas, pues la detección temprana del cáncer abre la gama de opciones médicas de atención con mejores resultados.
De acuerdo con su experiencia profesional, hoy en día, en algunas partes del país, el cáncer de mama y el cérvico uterino se detectan más temprano, trayendo como beneficio la reducción de muertes. El reto, afirmó, es hacer que los diagnósticos sean más tempranos sin importar el lugar donde aparezca un tumor cancerígeno.
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