“¡Te queremos, Luismi, te queremos!” gritó el público al cantante Luis Miguel, la noche del pasado jueves, en su concierto en el Distrito Federal, luego del escándalo suscitado el pasado fin de semana cuando no llegó a ofrecer un recital en Mérida, Yucatán, donde se dijo que dejó plantadas a 10 mil personas.

El empresario del concierto en Mérida adujo como razones que el artista se había quedado dormido y borracho, lo cual irritó al ídolo, quien por medio de sus abogados informó que interpondrá las demandas correspondientes. Tres días después, el intérprete de Qué nivel de mujer se presentó en Querétaro, con éxito.

Con esa expectativa pisó el escenario del Auditorio Nacional para cantar un repertorio diferente, que abarcó Uno mas uno igual a dos enamorados, Suave, Si nos dejan, Poquita fe y Música de antro, para la cual regreó sin saco y envuelto en una playera ceñida para mostrar su físico y acallar los rumores sobre su sobrepeso que lo hicieron objeto de sorna en Internet.

Entrega y correspondencia

El público se le entregó y Luis Miguel correspondió dignándose tocar Con la punta de los dedos a decenas de damas que lo idolatran.

Varias veces se dirigió al público reunido en el balcón, donde en un momento respondió a alguien: Si fueras mujer, lo cual provocó comentarios de que algún hombre le pidió un beso.

La banda que lo acompaña lo hace ver como un crooner. Las luces robóticas crean un ambiente espectacular. La buena disposición de Luis Miguel es indiscutible y las frases de sus canciones, de por sí hipérbatos, se sobredimensionan.

En uno de tantos acercamientos con las muchachas de las primeras filas estuvo a punto de caer en ese mar de féminas deseosas. Su guarura lo salvó.

Sobrevino uno de los momentos cimeros, cuando interpretó La incondicional, canción que sus fans han hecho suya.