Sábado 7 de febrero de 2015, p. a16
Un acontecimiento musical: el estreno discográfico de la partitura que Arvo Pärt (Estonia, 1935), el compositor más importante en la actualidad, dedicó a México: Virgencita.
La agrupación británica Polyphony, coro de excelencia dirigido por Stephen Layton, grabó en Londres el disco titulado precisamente Polyphony (en iTunes se puede adquirir, con el título Arvo Pärt. Choral Music
), donde el corte 5 está señalado como el estreno mundial en disco de Virgencita.
Esta obra se estrenó en vivo la noche del jueves 18 de octubre de 2012 en el Teatro Bicentenario de la ciudad de León, Guanajuato, por el Estonian Philharmonic Chamber Choir, dirigido por Tonu Kaljuste y en presencia del autor, quien al final subió al escenario y brindó una linda broma: como piezas de regalo sonaron dos canciones de cuna del propio Pärt y al final de una de ellas él sonrió, juntó las palmas de las manos y las puso bajo su mejilla izquierda, inclinada, en señal de dormir, bajo el embeleso y el cobijo de esa canción de cuna.
La noche siguiente volvió a sonar Virgencita, en esa ocasión en el Teatro Juárez de la ciudad de Guanajuato, como parte del Festival Internacional Cervantino, y la siguiente noche en el Palacio de Bellas Artes de la ciudad de México, siempre con modificaciones que realizaba Arvo Pärt, quien cargaba en sus brazos la partitura por doquier, en esa visita durante la cual hizo una distinción a La Jornada: concedió una de las muy pocas entrevistas que ha dado en toda su carrera (http://goo.gl/i6M5KI)
Nuevas modificaciones a la partitura surgieron luego de la visita que realizó el músico estonio a la Villa de Guadalupe (http://goo.gl/xXpwRR).
Los cinco minutos con 46 segundos que dura Virgencita conmueven profundamente, al igual que todas las composiciones de este autor que ya es un clásico. Cantada en español, es una plegaria musitada al inicio y culmina en potente clímax canoro: Santa María de Guadalupe, Salva Nos
.
El nuevo disco de Arvo Pärt incluye 12 composiciones, dos de ellas en estreno mundial: Virgencita y Alleluia-Tropus, de 2008. El resto completa una continuidad sonora fascinante: una música que dota de paz interior a quien la escucha, sonidos que conducen siempre a la armonía, a la serenidad permanente. Una música profundamente espiritual.
Desde las primeras notas de Peace upon you, Jerusalem, hasta la disolución, el silencio majestuoso luego de Da pacem, Dominen (desde los títulos, la palabra paz permea), tenemos un manantial de bendiciones. El rango temporal abarca tres décadas: Solfeggio, de 1973, de su época de indagaciones en el territorio de lo atonal, de las disonancias, donde encontró la paz interior que caracteriza su música, la más antigua, y Virgencita, de 2012, la más reciente.
El disco entero es un tesoro. Se trata de episodios completos o bien fragmentos de obras mayores, que ya han sido reseñadas por este Disquero cuando aparecieron, como Da pacem, Domine, The woman with the alabaster box, Summa, que es la primera, inaugural de la era tintinábuli (tintinear, campanillar), una de las aportaciones de Arvo Pärt al desarrollo del lenguaje musical.
Distintas técnicas innovadoras, provenientes de la investigación en fuentes sonoras muy antiguas, enriquecen esta nueva música: la declamación silábica, las interpolaciones, la ruptura de la línea melódica mediante incorporaciones también silábicas, la prosodia impecable en distintos idiomas (alemán, ruso, latín, inglés y español, en el caso de Virgencita), hallazgos asombrosos en el cultivo, inflexiones y riqueza del canto femenino. Un tesoro.
Al escuchar este disco, uno experimenta, además de la paz interior, distintas sensaciones placenteras, entre ellas la certeza de flotar. La noción cabal del ser. Plenitud.
El nuevo disco de Arvo Pärt resulta, por todo lo anterior, imprescindible, en especial por su muy generosa dedicatoria a México.
¡Gracias, muchas gracias muy querido, dearest Arvo!