Sábado 7 de febrero de 2015, p. 6
El suelo arenoso en las colinas de Afganistán es tan rico en cobre, que bajo el sol de la mañana resplandece en un tono verdoso. Pero, también bajo la arena de la antigua ruta comercial, se encuentra parte del olvidado y antiguo tesoro del pasado budista, patrimonio ahora amenazado por la explotación minera.
Las toneladas de cobre ubicadas en uno de los mayores depósitos en el mundo aparece como una opción para generar empleos y recursos económicos para ese país derruido por la guerra, que busca sobrevivir desesperadamente.
Sin embargo, la perspectiva de bonanza pone en peligro antiguas piezas que sobrevivieron al régimen talibán y abren una ventana a la rica historia preislámica de Afganistán.
Los arqueólogos luchan contra el tiempo antes de que se inicien los grandes proyectos mineros. Persisten en su búsqueda en la zona para descubrir el mayor número de reliquias con casi 2 mil años de antigüedad y conocer más sobre una civilización budista que se extendía por India, China y todo el camino a Japón.
Hasta ahora, en las excavaciones han encontrado fuentes de plata, joyas de oro y un esqueleto humano en los alrededores de una ciudad perdida que alguna vez albergó viviendas, monasterios y talleres. Como es el caso de la estatua sin cabeza de Buda, que fue hallada dentro de una cueva en el valle Mes Aynak, unos 40 kilómetros al suroeste de Kabul.