Se reúnen con Poroshenko en Kiev; hoy hablan con Putin en Moscú
Kerry reitera al presidente ucranio el respaldo de Washington
Viernes 6 de febrero de 2015, p. 22
Moscú.
Ante la escalada bélica en el este de Ucrania, la canciller federal de Alemania, Angela Merkel, y el presidente de Francia, François Hollande, se reunieron esta noche en Kiev con el mandatario ucranio, Petro Poroshenko, para presentarle una nueva iniciativa de paz, que también expondrán en Moscú, este viernes, al presidente ruso Vladimir Putin.
Este esfuerzo de mediación europea se acordó la noche del miércoles, mientras el secretario estadunidense de Estado, John Kerry, reiteraba en Kiev el respaldo de Washington a Poroshenko, visita que sirvió para dejar en el aire la posibilidad de que Estados Unidos acceda a los pedidos ucranios de ayuda militar, decisión que aún no toma la administración de Barack Obama y que desaprueban la mayoría de sus aliados en Europa.
Las conversaciones entre Merkel y Hollande con Poroshenko se llevaron a cabo a puerta cerrada, pero el propósito declarado de la iniciativa franco-alemana es lograr un inmediato cese del fuego entre el ejército ucranio y las milicias separatistas.
Los combates, con empleo de artillería pesada y sistemas de misiles que destruyen objetivos a decenas de kilómetros de distancia, se intensificaron desde enero y cada día causan nuevas víctimas entre la población civil –ya se cuentan más de 5 mil 300 muertos en los diez meses recientes– y aumentan la devastación en esa parte de Ucrania.
La imposibilidad de avanzar en la búsqueda de un arreglo político –ya que es evidente el fracaso del intento de detener las hostilidades en los términos suscritos en los protocolos de Minsk en septiembre del año anterior, los cuales abrieron una frágil tregua violada por ambas partes una y otra vez–, incrementa el riesgo de que el conflicto derive en una guerra de mayores proporciones en Europa.
Desde la perspectiva alemana y francesa, la ofensiva separatista –la toma del aeropuerto de Donietsk, reducido a ruinas; el desplazamiento de la línea del frente en dirección a Mariupol y Devaltsevo, entre otros éxitos militares; el anuncio de querer movilizar hasta 100 mil combatientes– no se concibe sin la decidida ayuda de Rusia en materia de armamento y de militares voluntarios, con comillas y sin ellas.
Aunque hasta ahora se desconocen los detalles del plan franco-alemán, no hay muchas ofertas que, a estas alturas, puedan resultar admisibles para Ucrania y, a la vez, atractivas para Rusia.
Pero hay dos cuestiones, en opinión de los expertos, claves que podrían destrabar la consecución de un cese del fuego efectivo como primer paso para negociar una solución definitiva.
Son: asegurar, visto desde Kiev, la integridad territorial de Ucrania, más allá de que tarde o temprano el gobierno de Poroshenko tenga que admitir la pérdida de Crimea; y para Moscú, obtener garantías de que su vecino eslavo jamás será miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Al mismo tiempo, la desconfianza recíproca es enorme y, por consiguiente, no basta con suscribir el compromiso de respetar la integridad territorial de Ucrania a cambio de su renuncia a solicitar el ingreso en la OTAN.
Esa, en todo caso, podría ser la meta, mas no el comienzo del proceso que, necesariamente, tiene que definir primero los parámetros de un indispensable alto el fuego.
Y aquí se entra, de modo inevitable, en el terreno de las concesiones. ¿Aceptará el gobierno de Poroshenko una nueva línea de demarcación de los territorios rebeldes, a cambio de que éstos formalmente sigan siendo parte de Ucrania? ¿Estarán de acuerdo los líderes separatistas en renunciar a la independencia, a cambio de ensanchar su territorio?
De la respuesta afirmativa a estas dos preguntas depende el éxito del primer eslabón de la iniciativa de Merkel y Hollande: la voluntad de establecer un alto el fuego, al menos hasta la primavera próxima.
Una vez proclamada ésta, surge un nuevo obstáculo: cómo evitar que se repita la continua violación de los acuerdos, como sucedió con los protocolos de Minsk.
Sería lógico suponer que el segundo eslabón, o si se prefiere fase, de la propuesta franco-alemana ya no sea emplazar observadores internacionales, sino negociar el despliegue de cascos azules de Naciones Unidas como fuerza de interposición entre las partes beligerantes y garantía del cierre de la frontera con Rusia.
Sin embargo, para alcanzar la paz en Ucrania falta encontrar la fórmula vinculante que satisfaga a Rusia respecto de poner fin a los planes de expansión hacia el este de la OTAN, al margen de Ucrania y que incluya también a otras repúblicas de la ex Unión Soviética.
Merkel y Hollande llegarán a Moscú este viernes, donde –con los puntos de su iniciativa ya acordados con Poroshenko– esperan mantener una conversación crucial con Putin.