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Gaspar Aguilera Díaz
Variaciones: nueve síncopas
para describir la realidad
El eco en la piel (1995), Bajo el signo del jazz (1998), Autorretratos (2001), Hablar en jazz (2005), Minnewanka (2008), los cinco discos que anteceden a Variaciones, son una contundente y brillante muestra del talento musical desarrollado por Juan Alzate durante casi veinte años.
Tuve la suerte de conocer a Juan Alzate al inicio de la década de los setentas. Era alumno de la Preparatoria Isaac Arriaga y recuerdo que las pláticas y discusiones sobre el jazz y sus intérpretes, seguramente le eran más atractivas que las materias que tenía que cursar.
En ese tiempo Gustavo Chávez y quien esto escribe, compartíamos con Juan tertulias, jazz y literatura. Gato Barbieri, Chick Corea, Keith Jarret, Charlie Parker, Miles Davis, Jan Garbarek, Louis Armstrong, entre otros, reinaban en ese universo signado por la pasión, el entusiasmo y la curiosidad que Juan Alzate ha seguido compartiendo. Posteriormente él fue quien dirigió el Quinteto de Jazz de la Universidad Michoacana.
A su papel de promotor y difusor de este género en Morelia hay que agregar la trascendencia y tenacidad que como saxofonista lo ha venido enriqueciendo hasta convertirse en una referencia obligada cuando se trata de enumerar a los más importantes jazzistas del país.
"El mundo es un tablero", "Así no se avanza", "El sonido de la miel", "Decodificando", "De la naturaleza", "Cómo nacen los ajedrecistas", Para allá, "Minnewanka" y "Así no se avanza (toma dos)", son las nueve formas sincopadas que tiene Juan de describir la realidad en su sexto disco –una propuesta totalmente diferente a las anteriores–, en la que despliega su sensibilidad creativa y el poderío elocuente de su propio lenguaje.
Con estas Variaciones, Juan Alzate acepta el reto de lo que implica incursionar a través del formato de un trío, con contrabajo y batería, con la misma entereza, profesionalismo y ludicia que cuando toca o graba bajo ensambles más amplios. Aaron Cruz –el bajista–, nos hace recordar los mejores momentos de Jaco Pastorius y la batería expresiva de Giovanni Figueroa se convierte en el contraste que permite resaltar los tres instrumentos.
Todas las posibilidades de libertad, improvisación, juego y vuelo que permite el jazz –según Julio Cortázar– puede disfrutarlas aquí ampliamente, y de manera gozosa, el aficionado a la música sincopada.
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