U
n poco de mota, una caguama, una tacha, una raya de coca
y, ya de paso, entrar en casas ajenas vacías, no para robar algo, sino sólo para divertirse un rato y dejar tal vez un recuerdo que simbolice la libertad que todo mundo debe tener de hacer lo que mejor le venga en gana. La filosofía instantánea de los tres jóvenes protagonistas de Pares y nones, primer largometraje de Gregorio Carrillo Vázquez, parece tenerlo todo claro. Excepto cuando interviene la suerte en el destino de Joel (Hoze Meléndez), protagonista y narrador de la cinta, para hacerle una mala jugada. El infortunio le llega por partida doble. En el terreno afectivo descubre ser la pieza incómoda de un triángulo amoroso que completan sus dos mejores amigos, Tavo (Sergio Valdez) y Olga (Mariana Cabrera), y en un turbio episodio de tráfico de drogas, le toca poner en riesgo su vida como víctima propiciatoria.
Rodada totalmente en Tijuana, ciudad también protagonista de dos importantes cintas todavía sin estreno comercial: Navajazo, de Ricardo Silva, y Los Hámsters, de Gilberto González Penilla, Pares y nones combina con acierto la radiografía de una generación nacida en los años 90 y la trama de un thriller que muy rápido gana en intensidad dramática. Lo que en un principio semeja un recuento de complacientes provocaciones juveniles, con la premisa de invasiones de casas al estilo Los educadores (Hans Weintgartner, 2004), en clave todavía más light, paulatinamente delinea el sensible retrato de Joel como un ser vulnerable y perdido en medio de una fiesta interminable. Algo parecido a una variante tijuanense del relato Las ventajas de ser invisible (The Perks of Being a Wallflower, 2012), llevado al cine por su autor Stephen Chbosky, con drogas alucinógenas, culto por la amistad, malestar sentimental y desasosiego juvenil como vasos comunicantes.
Pares y nones se adentra en la exploración de un naufragio existencial que más de un sociólogo llamará Angst juvenil (Desde que nací comencé a decaer y ahora nunca nada sale como quiero
) y que cierta trivialización mediática identifica con el confuso malestar de una juventud nini. Reventones en serie y a destajo, bazar de emociones efímeras e instantáneas, mirada absorta en el smartphone, autismo virtual y narcisismo de selfie siempre insatisfecho, son algunas de las aristas más visibles de esa generación tan cercana a los personajes de esta primera película de Carrillo Vázquez. Estamos lejos, sin embargo, de los sulfurosos territorios del bullying adolescente y la insensibilidad radical que retrata Michel Franco en Después de Lucía. El mundo descrito es diferente. La experiencia vital de los personajes pasa de la confusión de los sentimientos al trágico involucramiento accidental en las redes criminales. En su apuesta por el thriller y una intriga ligada al mundo del delito y las drogas, pareciera estar Pares y nones más emparentada con Hasta morir (1994), del primer Fernando Sariñana, con el tema de la traición y su ambientación en Tijuana, o con el estupendo Nesio, de Alan Coton, que con la disección en boga de las conductas juveniles.
Lo interesante es la manera en que la cinta de Carrillo transita también de un registro intimista a otro más genérico, así sea con algunas impaciencias estilísticas (recurso innecesario a encuadres caprichosos, simulación por la fotografía del efecto alucinógeno, cámara en mano nerviosa, sin sosiego). Quedan cabos sueltos en la narración, personajes secundarios apenas esbozados (la madre problemática de Joel, la pequeña hermana de Olga víctima de una enfermedad grave, el turbio adolescente emparentado con Tavo, tan esencial en la trama), pero en lo esencial los actores centrales, en particular Hoze Meléndez y Mariana Cabrera, y en un grado menor, más episódico, Sergio Valdez, brindan composiciones muy convincentes. El juego de seducción y rechazo estudiado entre Joel y Olga remite casi a los esquemas de una comedia independiente estadunidense (Mi pareja equivocada/Chasing Amy, de Kevin Smith, 1997), aunque la voz lastimada del Joel narrador termina por romper esa ilusión cómica. La cinta se encamina decididamente a un drama y bifurca de paso un poco las claves narrativas con su recurso a saltos temporales y su apuesta por un thriller crecientemente cautivador y a un enigmático desenlace abierto.
Es lamentable que una cinta arriesgada e interesante como Pares y nones deba padecer la marginación de una distribución y una publicidad tan limitadas. La ausencia de celebridades juveniles en su reparto y de la mercadotecnia conveniente para ponerlas aún más en relieve, no ayudan ciertamente a que la cinta evite el ostracismo. El esfuerzo de este primer largometraje es, sin embargo, notable, como también la sinceridad y el tono justo de sus jóvenes protagonistas.
Se exhibe en la sala 4 de la Cineteca Nacional a las 14 y 17:30 horas.
Twitter: CarlosBonfil1