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Los ojos y oídos de nuestros juegos digitales
¡El chamán Thral es un espía!
¿Cómo tomar en serio a los espías que se han infiltrado en los universos lúdicos e imaginarios de los juegos en línea como World of Warcraft (WOW) y en dominios digitales como Second Life y xbox Live? ¿Realmente debemos esperar que estos James Bonds de la virtualidad impedirán el próximo 9-11 al hacerse pasar por orcos, gnomos y elfos? De acuerdo con las revelaciones de Edward Snowden, agentes de la NSA y de la inteligencia británica crean avatares en diversos juegos con los que espían, acosan e intentan reclutar informantes, aparentemente convencidos de que en esos parajes se conspira en contra de Occidente, circula dinero sucio, se establecen contactos súper secretos y se lavan cerebros para convertir a inocentes gamers en temibles jihadistas. En ese mundo, los audaces agentes esperan descubrir, justo a tiempo, amenazas en ciernes y extinguirlas con sus espadas, la magia o el poder de seducción de un par de descomunales senos virtuales. Hay tantos agentes de la CIA y el FBI desplegados en estos peligrosos territorios, que estas agencias crearon un grupo anticonflictos para evitar “colisiones”. Como otras iniciativas antiterrorismo, esta aventura no estaba fundamentada en evidencias, revelaciones o pistas, sino seguramente en ideas inspiradas en lecturas mediocres de ciencia ficción. Si bien internet puede ser un territorio inmenso en el que cualquiera puede ocultarse, los juegos en línea son espacios comerciales donde todo usuario está registrado e identificado. O bien, los cyberespías se han creído realmente la fantasía de que los sediciosos “gustan de operar en secreto a la vista de todos“, o es una estrategia para crear una atmósfera de paranoia e incertidumbre hasta en los espacios más inocuos de la red. Curiosamente, esta campaña no parece haber desmantelado redes terroristas ni conspiraciones criminales.
El vacío detrás de la máscara
Las autoridades tienen una obsesión por confundir ámbitos, por querer leer e interpretar intenciones en las acciones que tienen lugar en un espacio lúdico donde se comparten ilusiones y fantasías. Así, lanzar un asalto contra las Bóvedas de Mogu’shan en WOW puede ser interpretado como una metáfora para poner una bomba. La premisa de entrar a una especie de baile de disfraces en busca de delincuentes enmascarados parece particularmente ociosa, pero refleja la paranoia que le provocan a la policía del pensamiento los territorios donde la identidad es maleable. En un formidable artículo sobre este caso, la escritora canadiense Margaret Atwood señala: “Posiblemente en el futuro ya no se te permitirá ser quien crees que eres o siquiera quien pretendes ser; serás quien ellos digan que eres, con base en la minería de datos obtenidos de tu presencia en línea.” ¿Cómo sorprenderse de que haya espías merodeando el espacio virtual en una época en que los bombardeos a civiles en media docena de países son conducidos por gamers que ven la realidad a través de las cámaras de los drones y a sus víctimas como puntos en un marcador?
Pajaritos realmente furiosos
No hace falta sumergirse en las complejidades de los juegos en línea para ser acechado por espías. Basta con lanzar pájaros furiosos contra frágiles estructuras para que nuestros datos terminen en las computadoras de la NSA. El programa The mobile surge (sobrecarga móvil) permite a los espías aprovechar el diseño de ciertos APPS, como el juego Angry Birds, para recolectar la identificación de nuestros teléfonos, nuestra edad, sexo, preferencias (de todo aquello que compartamos, ordenemos y veamos en línea), localización, datos de nuestros conocidos, registros telefónicos y de correo electrónico. No se sabe a cuánta gente espía con este sistema, pero de acuerdo con sus propios documentos han recolectado mucha más información de la que pueden analizar. Según la NSA este programa impidió que una bomba de Al Qaeda explotara en Alemania, en 2007, y permitió la captura de narcos involucrados en el asesinato de un empleado del consulado de EU en México, en 2010. Esto les enseñará a los sicarios y a los terroristas a no perder su tiempo jugando Angry Birds.
Los amigos terroristas de mis amigos no son mis amigos
Pero no tenemos nada que temer. Obama declaró que ahora sólo se recolectarán ilegalmente los datos de aquellas personas que tengan relación de tercer nivel con sospechosos. Parafraseando a John Stewart: si un terrorista y yo pedimos pizzas del mismo restaurante, posiblemente pronto compartiremos celda en Guantánamo.
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