idículo portentoso, fracaso absoluto y criba arbitraria fueron sólo algunos de los epítetos que despertó el casting de músicos callejeros que celebró recientemente el ayuntamiento de Madrid, para decidir quiénes tenían la calidad musical suficiente para ganarse la vida cantando en la calle a cambio de la donación voluntaria de unas monedas de la gente. El experimento culminó sin que se supieran nunca los criterios ni los argumentos que llevaron a las autoridades madrileñas, del conservador Partido Popular, a hacer este plan para aniquilar de las calles a los artistas que viven de sus guitarras o su voz.

Lo más paradójico –y de ahí que se calificara de ridículo y “arbitrario– es que tras el casting, al que acudieron centenares de músicos de todas las tendencias –incluido un grupo de mariachis–, el ayuntamiento publicó las listas de los admitidos. De todos los que se presentaron a las pruebas fueron seleccionados 318 grupos o músicos individuales, pero entre los rechazados se encontraban desde catedráticos de música clásica hasta artistas profesionales que recibieron recientemente el máximo galardón musical que entrega al ayuntamiento de la ciudad. O un grupo que fue el elegido por las propias autoridades madrileñas para actuar en las fiestas más importantes del año. Pues todos ellos –sin que nadie les haya explicado aún las razones– no podrán actuar en las calles de Madrid por no cumplir con los criterios, que tampoco nadie sabe cuáles son.

Nunca pensé que pudiera ser suspendida, si soy cantante desde hace 20 años, ¿cómo me van a suspender? Pensaba que era una criba entre músicos y no músicos, me he quedado sorprendida, dijo, entre resignada y alarmada por el cariz que está tomando la ciudad, Alejandra Barella. Mientras el grupo Potato Omelete Band, que durante su actuación le dio las gracias a la “alcaldesa por poder tocar en la puta calle (https://www.youtube.com/watch?v=-T_IlbqpSbk), sí fue admitido al selecto grupo de músicos callejeros madrileños.

Armando G. Tejeda, corresponsal