En el relato fantástico se introducen elementos sobrenaturales, diferentes al orden natural, lo que produce inquietud en el lector. Al respecto, podríamos decir que este género es subversivo, en él se violan las normas de la realidad.

Tzvetan Todorov, en su Introducción a la literatura fantástica, nos ayuda a entender un poco este género, como él lo llama. Por un lado dice que una de las características es la vacilación del lector en torno a los fenómenos narrados; por otro, que hay una forma de leer éstos sin que sea alegórica ni poética.

La presencia de los vampiros en la literatura por lo general irrumpen lo inesperado, trascienden las normas de lo ya dado por hecho, lo que hace difícil su escritura, pero seduce en su lectura.

En lo fantástico, el tedio del orden social y la monótona languidez de todo lo que se puede ver y tocar es superado, el verdadero interés está más allá de todo esto, pero hay que esforzarse más por alcanzarlo.

Sin embargo, en ese libro hay muchas fallas con respecto a tratar de generar situaciones sobrenaturales. Los personajes no tienen nada de subversivos, si acaso en algunos momentos se muestran irreverentes o un poco testarudos, pero nada más. No hay elementos narrativos suficientes para lograr atmósferas inquietantes, mucho menos concretas. Lo extraño o insólito que se supone debe haber en este tipo de género, en esta entrega se vuelve cosa común, pesada incluso en la lectura.

¿O será que la herencia de Bram Stoker es muy difícil de superar?

Título: Gothic fate: la última elegía

Autor: Lorena Amkie

Editorial: Planeta/Destino

Número de páginas: 543

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