Escenario de películas como Los olvidados, inspiración de arquitectos que levantaron obras emblemáticas en sus calles, y de fotógrafos cuyas imágenes la dieron a conocer en el mundo, la colonia Guerrero, enclavada en el centro de la ciudad de México, llegó a los 140 años de su fundación con el estigma de ser un espacio de putas y rateros, situación que hoy sus habitantes buscan revertir para destacar su riqueza histórica, social y cultural.

En una plática, en el panteón de San Fernando, que da pie a un paseo por sus calles, Armando Palomo, cronista de la colonia, comentó que desde la época de (Ernesto) Uruchurtu, a mediados del siglo pasado, se comenzó a clasificar como un sitio de perdición por el número de cabarets que había en la zona, pero se dejó de lado sus aportaciones en otros ámbitos.

Convertida en puerta de entrada y salida de la ciudad, primero por la estación del ferrocarril, y después por albergar a todas las terminales de autobuses foráneos, en sus calles florecieron los cabarets y salones de baile, algunos de mala muerte y otros de prestigio, pero también proliferaron las fondas, los baños públicos y los hoteles para atender a sus visitantes.

Se dice que los baños públicos y hoteles, que aún se conservan en la zona, fueron diseñados para la prostitución, lo cual no es cierto. Sus habitantes, la mayoría de ellos migrantes que se convirtieron en obreros y artesanos, aprovecharon esa franja de oportunidad para ofrecer sus servicios a los viajantes, refirió.

Destacó que a lo largo de su historia, la colonia Guerrero, que tuvo su auge en el siglo XIX, fue cuna de diferentes movimientos sociales, como el de la lucha del sindicato de inquilinos, con sede en la calle de Arteaga, que entre sus logros está haber logrado el congelamiento de las rentas.

También –agregó– se formó la primera cooperativa de consumo del país, derivado de la unión de algunos trabajadores ferrocarrileros y, posteriormente, en los años 70, otra más abocada a la promoción de la vivienda popular.

Como parte de la conmemoración de los 140 años de su fundación, Emilio Reza Araujo, integrante del comité vecinal ciudadano, indicó que se busca la recuperación de esas experiencias para las nuevas generaciones mediante el testimonio de quienes las conocen o las vivieron, destacar los personajes de diferentes ámbitos que crecieron en la colonia, como Mario Moreno, Cantinflas, el músico Ricardo Castro, el boxeador Luis Alvarado, entre otros, incluso solicitar a las autoridades que se recupere su traza original.

De su esplendor, aún se conservan algunas construcciones, como la casa del arquitecto Antonio Rivas Mercado y su hija Antonieta, en la calle Héroes, las instalaciones de la escuela de pintura La Esmeralda, y la primera escuela vasconcelista.