Moscú, 2 de diciembre.

Ucrania amaneció este lunes semiparalizada –con Kiev, la capital, en pie de lucha, con ya tres regiones en huelga general y otras dos que, por el contrario, expresaron su apoyo a las autoridades, con un gobierno que no tiene condiciones para funcionar y con una oposición política decidida a seguir hasta lograr la dimisión del presidente Víktor Yanukovich–, en el tercer día de revuelta popular.

Desde temprana hora varios miles de descontentos se dirigieron de la Plaza de la Independencia a la sede del gobierno, donde impidieron el acceso a funcionarios y empleados. Por turnos, siempre hubo hoy más o menos dos mil manifestantes agolpados en las puertas del edificio gubernamental.

El primer ministro Nikolai Azarov reconoció, en una reunión con embajadores de países de la Unión Europa y Estados Unidos, que la situación se está saliendo de control y calificó de intento de golpe de Estado el bloqueo y la ocupación de los edificios públicos. Hasta ahora permanecen en manos de los inconformes la alcaldía de Kiev y la central de los sindicatos.

Tenemos muy claro que una cosa es protestar de modo pacífico y otra muy distinta tomar por asalto las instituciones del Estado. Mostramos paciencia y, al mismo tiempo, no quisiéramos que nadie crea que puede hacer lo que le dé la gana con impunidad, advirtió Azarov.

En tanto, el comité parlamentario de asuntos del Estado –con ocho votos en favor y una abstención– recomendó hoy a los diputados de la Rada aprobar un voto de censura y disolver el gobierno.

El futuro del gobierno será sometido a consideración del pleno este martes y no es claro si los opositores reunirán los 226 votos necesarios. La oposición cuenta con 168 escaños y es imposible saber cuántos diputados del oficialista Partido de las Regiones, del Partido Comunista o sin estar adheridos a una fracción se sumarán a la propuesta.

El Parlamento parece igualmente dividido que el país. Tres regiones –Lvov, Ternopol e Ivano-Frankovsk– se declararon ya en huelga general y están dispuestas a mandar gente a Kiev, al tiempo que Crimea y Donetsk hicieron público su apoyo a Yanukovich.

No apoyar el voto de censura será equivalente a respaldar la brutal represión durante el desalojo de la Plaza de la Independencia la madrugada del sábado, señaló hoy Arseni Yatseniuk, líder de Batkyvschina (Patria).

El primer ministro Azarov dijo que tiene conocimiento de que la oposición prepara el asalto de sus seguidores en la sede del Parlamento para ejercer presión sobre los diputados, mientras los opositores lo desmintieron y, a su vez, acusaron al gobierno de estar preparando el desalojo policial de la alcaldía.

Yanukovich permaneció todo el lunes en su residencia y declaró a una agencia de noticias local que no tiene intención de cancelar su viaje a China, previsto del 3 al 6 de diciembre, por la importancia que reviste para nuestras relaciones económicas y comerciales.

Desde Armenia –donde realiza una visita y los adversarios del ingreso de Armenia a la Unión Aduanera que promueve Rusia gritaban en las calles de Yerevan Putin, vete a casa y no queremos ser colonia rusa–, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, hizo su primer comentario de lo que está pasando en Ucrania.

Durante la conferencia de prensa al término de las conversaciones oficiales, el titular del Kremlin puso en duda que medio millón de personas pueda estar indignado contra un presidente como Yanukovich, que tiene fama de haber superado todos los récords de corrupción y enriquecimiento ilícito en su país, y que salió a la calle para externar su repudio al innecesario y excesivo uso de la fuerza policial contra la población indefensa:

Las protestas en Ucrania estuvieron muy bien preparadas desde fuera. Me recuerdan más un pogromo que una revolución y las tenían preparadas no tanto para hoy como para las elecciones presidenciales de la primavera de 2015, sentenció.

Para Putin, cualquier protesta en el espacio postsoviético se financia por enemigos externos y, por eso, la oposición ucraniana o no sabe lo que hace o simplemente es una suerte de tapadera política de acciones extremistas.

En más reacciones, la Casa Blanca descartó que las manifestaciones de Ucrania constituyan un golpe de Estado, mientras que fustigó la represión policiaca. La Unión Europea pidió moderación y resolver las diferencias entre las autoridades ucranianas y los opositores de manera pacífica. En el mismo tono, la canciller alemana, Angela Merkel, condenó el uso de violencia contra los manifestantes que exigen la renuncia del presidente, reportaron agencias internacionales de prensa.