Portada
Presentación
Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega
Lichtenberg: sobre
héroes y estatuas
Ricardo Bada
La palabra, el dandi
y la mosca
Edgar Aguilar entrevista
con Raúl Hernández Viveros
Antonio Gamoneda: sentimentalidad oscura
José Ángel Leyva
El caso de la mujer azul
Guillermo Samperio
El rival
Eugenio Aguirre
Tecnología y consumo:
el futuro enfermo
Sergio Gómez Montero
Cárcel y libertad
en Brasil
Ingrid Suckaer
Máscara
Klítos Kyrou
Leer
Columnas:
Bitácora bifronte
Jair Cortés
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
La Casa Sosegada
Javier Sicilia
Cinexcusas
Luis Tovar
Directorio
Núm. anteriores
[email protected]
@JornadaSemanal
La Jornada Semanal
|
|

Rogelio Guedea
[email protected]
La mirada clásica
Estoy dando un curso sobre la vida urbana. Para mi introducción traje a clase algunas lecturas de autores clásicos: Aristóteles, Platón, Montaigne. Mis estudiantes no los conocían. Mientras leían los pasajes que aquéllos escribieron sobre la ciudad, tan precisos y reveladores, yo pensaba en la forma en que habían penetrado de tal modo esa realidad sin tener las herramientas que hoy tenemos. Me evadí de lo que ahí se estaba leyendo y pensé sólo en los clásicos: su forma de ver la realidad. Y, al paso, me pregunté: cómo hacerlo ahora, cómo distinguir el canto de pájaros o murmullos de la gente, el paso del viento e incluso del tiempo, si pasamos horas con los audífonos puestos, el computador en las narices, el televisor encendido hasta altas horas de la noche. Creo que fue una estudiante la que me trajo de nuevo a la clase, con una pregunta sobre ese pasaje de Montaigne en el que, en sus Ensayos, cuenta sobre los sacrificios humanos de los indígenas mexicanos. Entonces empecé a explicar a mis estudiantes lo importante que era no saber qué observar y cuándo, sino, mejor aún, cómo. Y que eso los clásicos nos lo enseñaban, insistí. Pero nadie me hizo caso. |