Domingo 18 de agosto de 2013, p. 7
La amplia diversidad musical de México, por medio de sus instrumentos, se muestra en la exposición De cuerdas, alientos y percusiones: sonidos de la diversidad en la sala María Sabina del Museo Nacional de Culturas Populares.
Las percusiones, considerada la familia más antigua y numerosa, dan la bienvenida a los visitantes con una serie de maracas, panderos, sonajas y claves. Entre las piezas que más llaman la atención están los instrumentos prehispánicos como el teponaxtle bicéfalo (tambor de hendidura) hecho de madera de fresno labrada y ahumada, los palos de lluvia, una sonaja ceremonial de Baja California, así como los cinturones utilizados en la danza del venado.
Bote del diablo
También atrapa la mirada el llamado bote del diablo
o arcusa y un güiro, esa percusión que suena por sí misma sin cuerdas ni parches, hecho de concha de armadillo y se toca con un hueso de animal.
En la familia de los alientos aparecen saxofones de barro, flautas, y cornetas de boquilla. Agrupados en un nicho al centro de la sala se encuentran silbatos zoomorfos de barro modelado, perforado y pintado que remiten a pájaros, gallinas y hasta guajolotes.
Los músicos escuchaban los sonidos de la naturaleza y los animales para después integrarlos a sus melodías, es el caso del gorjeo del guajolote en los arrullos chinantecos, el canto del ave korkobí en las canciones purépechas y el sonido de los grillos y las cigarras para llamar al viento y a las lluvias entre los triquis.
La multiculturalidad y plurietnicidad de la música popular mexicana está presente en cada una de las 119 piezas provenientes de los estados de Tlaxcala, Guadalajara, Chiapas, Chihuahua, Veracruz, Oaxaca y Michoacán que conforman la exposición.
De cuerdas, alientos y percusiones... se exhibe en el Museo Nacional de Culturas Populares, en Avenida Hidalgo 289, Coyoacán. Domingos, entrada libre general.