Fue encarcelado tras denunciar robo millonario de altos funcionarios al erario
Viernes 12 de julio de 2013, p. 30
Moscú, 11 de julio.
Por primera vez en la historia de la justicia de Rusia, una corte de Moscú juzgó, consideró culpable y, sin asomo de vergüenza por la absurda situación, cerró el caso de un imputado que lleva cuatro años muerto.
En efecto, el juez Igor Alisov de la corte del distrito Tverskoi de esta capital determinó que el jurista Serguei Magnitsky –fallecido a los 37 años de edad en extrañas circunstancias en la cárcel moscovita Matrosskaya Tishina después de 11 meses de prisión preventiva– es culpable de evasión de impuestos.
Se acusó a Magnitsky de haber diseñado el esquema para no pagar impuestos por un monto equivalente a casi 17 millones de dólares. También se halló culpable por el mismo delito a su jefe, el ahora ciudadano británico William Browder, fundador y director general del fondo de inversiones Hermitage Capital Management, y se le condenó en ausencia a nueve años de cárcel.
William Browder, nacido en Chicago y residente en Londres, es nieto de Earl Browder, antiguo líder del Partido Comunista de Estados Unidos, y fundó el fondo de inversiones con la idea de sacar provecho de sus contactos en el gobierno de Boris Yeltsin durante el turbio proceso de privatizaciones de los noventa.
Violaciones legales
Para cumplir el encargo del Kremlin de desprestigiar a Magnitsky, la justicia rusa no tuvo inconveniente en violar la ley, la cual señala que sólo es posible realizar un juicio que involucre a un muerto a petición expresa de sus deudos, cuando se trata de lograr la rehabilitación legal y política del familiar injustamente condenado o fusilado en tiempos de la represión estaliniana o en fechas posteriores.
Respecto a Magnitsky, los deudos rechazaron de modo categórico solicitar que se reabriera el caso; no obstante, el juez Alisov hizo lo políticamente correcto
, acorde con los deseos del Ejecutivo.
Ahora el Kremlin podrá decir que Magnitsky –quien denunció la forma con que un grupo de altos funcionarios de la policía, jueces y jefes de inspecciones fiscales, con ayuda de directores de cárceles y médicos, se robaron 230 millones de dólares en detrimento del Estado ruso– era un vulgar delincuente y que, por tanto, sus denuncias carecen de sustento.
Esto es, resumido, lo que descubrió Magnitsky:
Ya con Vladimir Putin como jefe de Estado, Hermitage Capital Management dejó de ser bien visto en el Kremlin cuando comenzó a comprar acciones de Gazprom, afectando los intereses de influyentes miembros del entorno más cercano al mandatario.
Se ordenó frenar ese ímpetu y, en uno de los cateos en las oficinas del fondo de inversiones, nació el esquema para sustraer el dinero al robar los investigadores papel membretado y sellos de empresas subsidiarias.
Nombraron director de una de esas empresas a un preso de largo historial criminal, que cumplía condena lejos de Moscú, y se inventaron supuestos negocios y pagos por adelantado, para luego dar el golpe magistral al pedir la devolución de impuestos.
En tiempo récord para este tipo de solicitudes y sin la revisión documental que se exige a otros, 230 millones de dólares del Estado acabaron en la cuenta de la empresa fantasma y, de ahí, se esfumaron hacia bancos fuera de Rusia, recibiendo todos los participantes en este magno fraude su parte correspondiente al rango: de los investigadores que se robaron los sellos a dos viceministros del Interior.
Magnitsky presentó una denuncia formal y, en lugar de darle un premio, lo detuvieron. Durante 11 meses lo mantuvieron en prisión preventiva sin poder presentar un cargo en su contra y sólo siete días antes de morir pudieron acusarlo de evasión de impuestos.
Sus familiares afirman que las autoridades provocaron su muerte al negarle la asistencia médica y los medicamentos que requería, someterlo a tortura sicológica y a interrogatorios interminables, no dejarlo dormir durante días enteros, y todo por rechazar el ofrecimiento de inculpar a sus jefes, Browder en especial, en delitos más graves.
Su muerte en la cárcel, al tratarse de un empleado de un fondo de inversiones registrado en Estados Unidos, hizo que el Congreso y el gobierno de ese país estudiaran su caso y adoptaran una llamada Lista Magnitsky, con sanciones contra cerca de 60 rusos que, de una u otra manera, tuvieron que ver con su calvario entre rejas, anulando visas y congelando cuentas bancarias y propiedades en su territorio.
El Kremlin lo tomó como afrenta personal, pues suele cerrar los ojos ante los excesos y abusos de funcionarios leales de policía, seguridad y ejército que, a la primera orden, no dudan en reprimir las manifestaciones de los inconformes con su política.
Se llegó al extremo, como medida de respuesta, de prohibir que parejas estadunidenses adopten huérfanos rusos y, ahora, se fue todavía más allá al dar línea para juzgar y declarar culpable a un muerto sin otra finalidad que minimizar su denuncia.
En Washington, la vocera del Departamento de Estado, Len Psaki, manifestó su decepción por la condena penal póstuma sin precedente
, y llamó al gobierno ruso a buscar y procesar a los responsables de la muerte de Magnitsky, informó Afp.