Aprueban la medida tras escándalo y quejas de la ciudadanía
Viernes 7 de junio de 2013, p. 26
Madrid, 6 de junio.
Durante décadas, en la época de bonanza, pero también en estos duros cinco años de crisis, recortes y desempleo, el Congreso de los Diputados de España subsidió, al menos la mitad, las bebidas alcohólicas que tomaban los legisladores en la cafetería de la sede parlamentaria, con precios imposibles de encontrar en ningún establecimiento comercial. Tras las quejas y el escándalo, los partidos políticos acordaron terminar con este privilegio.
El Parlamento español ha tenido la costumbre, en los últimos años, de pagar parte de los servicios de restaurantes y bares que operan en el inmueble. Es decir, que si una comida corrida cuesta en la calle 12 euros (190 pesos), en el Congreso el precio baja a nueve euros (140 pesos). Pero la cuestión es todavía más evidente si se pide una cuba o un gin-tonic, que en la calle cuestan entre siete y diez euros, y en el bar de la sede parlamentaria únicamente 3.45.
Ante la sorpresa por los precios inusualmente bajos, los periodistas preguntaron al presidente del Congreso, el conservador Jesús Posada, quien reconoció que estas tarifas estaban sufragadas, en parte, por el conjunto de la ciudadanía, que financia a los diputados, vía impuestos, desde la comida que se vende en el recinto hasta las bebidas embriagantes que se toman entre sesión y sesión.
Una primera explicación de los responsables del Congreso aseguraba que el subsidio se debía a que, debido a la complejidad del recinto, que a veces requiere un horario muy intenso, se pagaba parte de la inversión a los adjudicatarios del contrato para equilibrar sus costos y compensar así las supuestas pérdidas que tiene por dar este servicio. El pago anual a estos adjudicatarios se aproxima al millón de euros.
Los partidos de izquierda denunciaron el trato de favor para los parlamentarios y los trabajadores de la Cámara baja
, que insistieron en que resulta difícil de entender que en medio de una crisis y una serie de recortes a sectores como salud y educación, se subsidien las bebidas embriagantes de los diputados.
Esta queja provocó que se aprobara por unanimidad una modificación a la subvención o compensación
que recibirá la empresa que regentea los bares y restaurantes del Congreso, en la cual se excluirán las bebidas alcohólicas. Otros diputados fueron más allá, como los de Izquierda Unida, y se preguntaron por qué se tienen que servir bebidas alcohólicas en un lugar de trabajo y máxime cuando éste es sede de la soberanía popular.