Los implacables
Vandalismo institucional
Guerra contra el (a)narco
Fácticos: Gordillo, Televisa
Fuerzas armadas, en las calles
Insurrección global de los pueblos en el complejo mundo post hegemónico
, según Brzezinski
Poderes fácticos: sí, pero no
Osorio Chong pinta su raya
Frutos de la reforma laboral
Cuatro sonetos
El romance y la culpa
l arribo de Miguel Ángel Mancera a la jefatura de Gobierno del Distrito Federal (GDF) ocurre con el telón de fondo de los innegables avances de años recientes en materia de bienestar social, derechos de género y reproductivos, y libertades individuales en la capital; de la ampliación considerable, aunque insuficiente, en el ámbito de la movilidad urbana y el transporte público; de la efectividad de las políticas sociales y las directrices policiacas vigentes para mantener a la urbe relativamente al margen de la violencia que se desarrolla en otros puntos del país y en general, del respaldo abrumador de los ciudadanos al ciclo de gobiernos capitalinos progresistas, como quedó confirmado con el amplio porcentaje de votos obtenido por el nuevo titular del Ejecutivo local en las pasadas elecciones.
Llama a esclarecer actos vandálicos del día 1º
i el nuevo gobierno de la República no se apresura en hacer la parte que le corresponde para esclarecer las criminales acciones vandálicas, perfectamente programadas, del 1º de diciembre contra la ciudad de México, habrá que denominarlas como Atenco II.
nrique Peña Nieto ha reiterado que mantendrá el carácter laico de Estado, que como sabemos recientemente quedó plasmado en el artículo 40 de la Constitución, pero existen temores fundados de que en este sexenio se puedan operar dramáticas regresiones. Un primer recelo radica en el excesivo pragmatismo no sólo del PRI, sino del primer círculo que rodea al Presidente; la tradición y principios pueden ser abandonados según las circunstancias, cualquier cosa puede pasar. La segunda duda es: ¿qué entiende Peña Nieto por Estado laico? De acuerdo con algunas entrevistas, su visión es muy pobre y se reduce a la separación entre la Iglesia y el Estado, entre política y religión, cuando la laicidad de un Estado moderno es una construcción mucho más compleja. La tercera es la desconfianza que existe en la práctica vivida tanto por la persona como por el funcionario Peña Nieto frente al tema religión y su indiscutible adhesión a la Iglesia y principios católicos. Nuestra intención no es prejuzgar, sino poner sobre la mesa antecedentes, razonamientos y desconfianzas de muchas iglesias, grupos minoritarios y sectores académicos seculares.
as ráfagas del cambio de expectativas, originadas en círculos estrechos, ciertamente inundaron, con la debida estelaridad, el horizonte de lo público desde el pasado sábado. No fueron vientos huracanados que exigieran coberturas o corajes para abrirse paso en la tempestad. Tampoco gélidas borrascas que paralizaran cualquier movimiento. Simplemente se sintieron allá arriba soplos circulares, revolventes, favorables a lo conocido. Ventiscas distintas sólo para los recién llegados, intercambiables palabras de aliento y muchos olores impregnados de propósitos de enmienda.
l Estado nos adeuda demasiado, empezando por su autocrítica. Con la introducción de algunas limitaciones, sobre todo las revestidas de leyes –más aún aquellas que cobraron rango constitucional–, su origen violento y la desigualdad orgánica que inaugura en la historia de la humanidad desaparecen bajo un grueso burka retórico.
riunfo de la razón frente al atropello, el reconocimiento de Palestina como Estado observador no miembro
de la ONU (29 de noviembre de 2012) fue también el del legítimo derecho a la resistencia y lucha armada de los pueblos contra el racismo, el belicismo, el expansionismo y el apartheid.