Poderes fácticos: sí, pero no
Osorio Chong pinta su raya
Frutos de la reforma laboral
mí que me esculquen, dice el flamante secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, quien en eso de los poderes fácticos rápido pintó su raya y aunque éstos tienen nombre, apellido y logotipo, son creación del propio régimen priísta y de su mancuerna panista y han contribuido decididamente al estancamiento nacional, el nuevo inquilino de Bucareli no quiere identificarlos, no vaya a ser que se ofendan. Lo llamativo del caso es que hasta Enrique Peña Nieto aseguró que el Pacto por México es el proyecto de país que todos los aquí presentes compartimos y respaldamos
, pero parece que no.
La Jornada nos ilustra, como siempre: “el secretario de Gobernación no quiso ‘personalizar’ quiénes son los poderes fácticos que buscan frenar a través del Pacto por México, porque esa es una postura de los partidos políticos. Pero coincidió en que estos poderes han impedido el desarrollo a plenitud del país. Al preguntarle si tienen dedicatoria sus críticas a los poderes fácticos, señaló que fue una exigencia de los partidos políticos promover reformas y programas para frenar estos intereses” (léase yo sólo dije lo que me dijeron que dijera).
Cuando se le interrogó sobre el mensaje que dio durante la firma del Pacto por México respondió: “‘di lectura a una redacción que hicieron los propios partidos políticos’. Refirió que desde la perspectiva de estas fuerzas ‘hay poderes que no queremos individualizar, señalar en lo particular, pero que sabemos que han impedido en muchos de los casos el desarrollo del país’. ¿Tiene dedicatoria al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación? (se le preguntó). No, no. Queremos impulsar al país. No estamos buscando a quién señalar o a quién decir. Tenemos que tomar las decisiones que permitan que de una vez por todas el país salga adelante; no debemos hablar en lo particular de algún ente del país” (Claudia Herrera Beltrán).
Si se atienden las palabras del ex gobernador hidalguense, a lo largo de muchos años los mexicanos han sido asaltados, ninguneados y manipulados por corporativos que no hay que mencionar, personalizar
ni individualizar
(ergo, deben permanecer impunes), porque no viene al caso. El país ha pagado un elevadísimo costo económico-social por los monopolios y oligopolios que han frenado el desarrollo nacional y deteriorado los de por sí ínfimos niveles de bienestar de la mayoría, pero no hay que mencionarlos porque se ofenden, como tampoco a los responsables gubernamentales de lo sucedido. Así, podría pensarse que, de entrada, nace muerto uno de los compromisos
del Pacto por México: el de deshacer las trabas que han impedido el crecimiento y el desarrollo del país.
Que no hay que personalizar, dice el inquilino de Bucareli, cuando los nombres de los corporativos y sus dueños (incluyendo sindicatos) desde hace mucho aparecen por doquier: desde la alegre condonación o exención de impuestos y las leyes a la medida hasta la concentración de los mercados y el otorgamiento de concesiones públicas y contratos gubernamentales, sin olvidar los rescates
y subsidios con recursos del erario y la entrega de gruesas rebanadas de la riqueza nacional para fines privados. Entonces, háblese de monopolios y oligopolios, pero fueran tan amables de no mencionar nombres de empresas y zares, nacionales y foráneos, de las telecomunicaciones, cemento, minería, banca, cerveza, farmacéutica, comercio al menudeo, bienes raíces, televisión, alimentos procesados, mercado bursátil y financiero, bebidas gaseosas y agua embotellada, ferrocarriles, transportes, agroindustria, exportaciones y demás etcéteras.
Desde tiempos de Ernesto Zedillo, cuando menos, el compromiso
gubernamental ha sido combatir directa y eficientemente
a monopolios y oligopolios, los mismos que, en los hechos, se han consolidado y robustecido sexenio tras sexenio. Así es, el gobierno lejos de cumplir con lo prometido se convirtió en el gerente de esos grupos concentradores del ingreso, la riqueza y la actividad económica y política. Por ejemplo, Felipe Calderón –sin olvidar a Fox– anunció el decidido combate de mi gobierno a los monopolios y oligopolios, y a la concentración del ingreso y la riqueza, porque de lo que se trata es construir un México nuevo para vivir mejor
. ¿Qué sucedió? Lo de por sí concentrado se concentró aún más, y el poder de los que supuestamente combatiría creció como la espuma.
A qué nivel habrán llegado los poderes fácticos, que de tiempo atrás hasta el propio Banco Mundial (uno de los promotores
del modelo económico nacional
) se queja de “la influencia de dos tipos de estructura desigual que reducen el crecimiento del país: la que se da por medio de la concentración de la riqueza y del poder monopólico en el sector empresarial, y la que se presenta como resultado de la existencia de sindicatos en sectores protegidos y organizaciones agrícolas. La influencia de las élites interconectadas, de igual forma que la que ejercen algunos grupos corporativistas organizados (maestros, petroleros, trabajadores del IMSS y otros, los que, dicho sea de paso, el PRI se negó a tocar a la hora de aprobar la reforma
laboral), tienen una relevancia especial para sentar la base de las trampas de desigualdad, estructuras de desigualdad que tienden a perpetuarse en el tiempo”.
Mucho se parece lo anterior a lo dicho por el propio Miguel Ángel Osorio Chong el mero día de la firma del Pacto por México: la creciente influencia de poderes fácticos, frecuentemente reta la vida institucional del país y se constituye en un obstáculo para el cumplimiento de las funciones del Estado mexicano. En ocasiones, esos poderes obstruyen, en la práctica, el desarrollo nacional, como consecuencia de la concentración de riqueza y poder que está en el núcleo de nuestra desigualdad. La tarea del Estado y de sus instituciones, en esta circunstancia de la vida nacional, debe ser someter, con los instrumentos de la ley y en un ambiente de libertad, los intereses particulares que obstruyan el interés nacional
.
Sólo unas cuantas horas transcurrieron entre ese discurso del secretario de Gobernación y su declaración a los colegas, y del compromiso de someter
a los poderes fácticos pasó a solicitar amablemente que no se les personalice
ni se les mencione. ¿Qué sucedió en ese lapso? Adivinen.
Las rebanadas del pastel
La reforma
laboral ya rinde frutos: la empresa Mead Johnson Nutrition despidió y liquidó a los 450 empleados sindicalizados que tiene en la planta de Delicias, Chihuahua, a fin de cancelar el contrato colectivo de trabajo con la CTM. La compañía estadunidense volvió a contratar a los empleados, pero bajo nuevas condiciones
(La Jornada, Rubén Villalpando).