Portada
Presentación
Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega
Bitácora Bifronte
Jair Cortés
Con qué cara
Yorgos Yeralis
Julio Torri: la sutil elegancia de la brevedad
Enrique Héctor González
Ladridos en la Torre
de Babel
Agustín Escobar Ledesma
Karel Svenk, esteticismo
y esperanza
Irena Chytrá
Las huellas de la memoria
Miguel Ángel Muñoz entrevista con Antoni Tàpies
París d’Antoni Tàpies
Pere Gimferrer
Egon Schiele y las expresiones del cuerpo
Anitzel Díaz
Leer
Columnas:
La Casa Sosegada
Javier Sicilia
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Cinexcusas
Luis Tovar
Galería
Rodolfo Alonso
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Cabezalcubo
Jorge Moch
Directorio
Núm. anteriores
[email protected]
|
|

Rogelio Guedea
[email protected]
La escritura sin sexo
Casi nunca me arrodillo para pedirte nada, normalmente dejo que los
acontecimientos de la vida me entren y me salgan por el cuerpo, y soporto
las adversidades sin protestar, y las alegrías sin aturdirte con mis
alegrías, que siempre escasean, pero esta vez me arrodillo en medio del
campo para decirte que no quiero hacer otra cosa en la vida sino escribir
fragmentos sobre esto y aquello, fragmentos sin género o país en los que
todas las formas se confundan y nada se parezca a nada, y que cuando
alguien vaya apenas a decir esto es un poema, al siguiente paso se dé
cuenta del error, y lo mismo le suceda cuando quiera decir esto es un
ensayo o una novela o un cuento o una viñeta o un aforismo. Líbrame del
yugo de las formas y de los editores que no hacen sino ver mis fragmentos
como se ve un insecto de patas peludas ensartado por un alfiler. Que no
me pregunten nada. Yo no nací para otra cosa sino para ir contándome en
fragmentos como éste que ahora escribo, y que tú entiendes muy bien,
porque si yo, siendo un fragmento de ti, entiendo el todo que tú eres, es
claro que tú, siendo el todo, entiendas este fragmento que soy. |