Portada
Presentación
Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega
Bitácora Bifronte
Jair Cortés
Con qué cara
Yorgos Yeralis
Julio Torri: la sutil elegancia de la brevedad
Enrique Héctor González
Ladridos en la Torre
de Babel
Agustín Escobar Ledesma
Karel Svenk, esteticismo
y esperanza
Irena Chytrá
Las huellas de la memoria
Miguel Ángel Muñoz entrevista con Antoni Tàpies
París d’Antoni Tàpies
Pere Gimferrer
Egon Schiele y las expresiones del cuerpo
Anitzel Díaz
Leer
Columnas:
La Casa Sosegada
Javier Sicilia
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Cinexcusas
Luis Tovar
Galería
Rodolfo Alonso
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Cabezalcubo
Jorge Moch
Directorio
Núm. anteriores
[email protected]
|
|

Felipe Garrido
Piñas
Hay acá en esta isla una fruta que llaman piñas, pero que no son como las de la isla Juana, ni las de La Española, ni las del Darién, sino muy más mejores. Nacen como las otras, en unas plantas como cardos, de muchas pencas, espinosas y, como en las otras, de en medio de la mata nace un tallo y del tallo encima una piña algo menos gruesa que la cabeza de un niño, llena de escamas, y a un año que se sembraron, como las otras, están maduras y buenas de comer y huelen, como las otras, mejor que manzanas o duraznos, sino que no son amarillas, ni hacen de ellas los indios el vino que le dicen tepache. Estas que digo más bien son bermejas y son las mejores frutas del mundo, y son jugosas y parecen en el gusto como piñones, y son tan sanas que se dan a dolientes y les abren mucho el apetito a los que tienen perdida la gana de comer, como las otras, pero éstas abren a más de eso el apetito de mujer. (De Nuevas navegaciones..., de Antón Gil, el Xamurado) |