En octubre darán su primer concierto como invitados en el Festival de Beethoven en Bonn
Martes 13 de septiembre de 2011, p. 5
Erbil, Irak., 12 de septiembre. En Irak, los coches bombas, la persecución de cristianos y la corrupción marcan la vida diaria. Pero desde hace unos años una orquesta juvenil compuesta por kurdos, árabes, cristianos, chiítas y sunitas intenta luchar contra la separación y el terror.
Como la orquesta West-Eastern Divan del argentino israelí Daniel Barenboim, que une a músicos israelíes y palestinos, la agrupación iraquí intenta acercar mediante la música a los pueblos y grupos religiosos del dividido país. Su primer concierto como artistas invitados tendrá lugar el 1º de octubre en el Festival de Beethoven, que se celebra en la ciudad alemana de Bonn.
La orquesta la fundó en 2009 una joven pianista iraquí con ayuda británica. Los músicos ensayan hasta ahora en la región autónoma kurda del norte de Irak, donde la situación de seguridad es mucho mejor que en otras partes del país. Sus 43 integrantes tienen entre 16 y 28 años y fueron seleccionados por Paul MacAlindin, director escocés afincado en Alemania.
Entre sus integrantes fundadores figura la joven violonchelista bagdadí Tuka Saad Yafar, de 17 años. Durante las pausas de los ensayos, Tuka bromea con sus compañeros, pero en ningún momento tiene el aspecto de una chica despreocupada. Ya de niña vi muchos cadáveres en las calles, había atentados una y otra vez
, cuenta. Y la expresión de su rostro es dura y seria.
“Mientras las bellas artes morían y los músicos buenos huían uno tras otro del país, los terroristas hicieron del asesinato un arte.
Ideaban nuevos métodos para matar a las personas. Es cierto que en los dos años recientes el terrorismo ha disminuido un poco, pero el fanatismo no. Incluso las chicas que llevan pantalones reciben amenazas
, dice la joven.
Cada vez que Tuka sale de casa de sus padres, en el barrio chiita de Al Salam, con su violonchelo, un taxi la espera en la puerta.
Entonces mete apresuradamente el instrumento en el maletero, pues tiene miedo de que los extremistas la maten por dedicarse a la música. ¿Por qué una chica tan decente como tú, que reza y lleva velo, se dedica a algo tan pecaminoso como la música?
, le preguntaron incluso algunos familiares conservadores de la ciudad chiíta de Kerbala.
Y es que una orquesta compuesta por hombres y mujeres y que además interpreta música clásica occidental es considerada pecado por los islamitas, que tras la invasión estadunidense en 2003 se han consolidado en Irak.
Tuka está dispuesta a luchar, no con las armas, sino con el sonido de su chelo. Y lucha contra la ignoracia y el terror, pero también contra la resignación que se ha apoderado de una parte de su generación.
Desolación en jóvenes
Gobernados por políticos corruptos y apenas tocados por el espíritu revolucionario de la primavera árabe, los pocos jóvenes iraquíes que poseen una buena educación y todavía no han abandonado el país se sienten perdedores y desolados. Sólo los kurdos, que en su región autónoma han logrado crear un Estado que más o menos funciona, llevan una vida sin alambres de espino, tanques ni atentados suicidas.
Bashdar Ahmad Sedik, de la ciudad kurda de Suleimaniya, enseña economía y espera conseguir una beca para cursar una maestría en el extranjero. En contraste con los músicos de las convulsas Bagdad, Mosul o Kirkuk, este violonchelista de 27 años se entusiasma cuando habla con extranjeros.
Sólo durante los ensayos, que tienen lugar en la sala de conferencias de un pequeño hotel de Erbil, todos los músicos parecen igual de emocionados. Practican casi sin pausa durante siete horas al día, en tutorías con profesores alemanes o juntos, con toda la orquesta. Y una y otra vez dan conciertos espontáneos en el hotel, en los que casi siempre se escuchan ritmos orientales.
Este jueves, los iraquíes tienen agendado el estreno en Erbil de A Reel of Spindrift, Sky, pieza que el británico Peter Maxwell Davis ha compuesto para ellos. Y dos días después, la orquesta iraquí viajará a Bonn.