Madrid, 6 de junio. El pasado 31 de mayo, a la salida de un acto oficial en Pamplona, capital de Navarra, una joven interpeló al príncipe Felipe de Asturias para que convoque un referéndum para saber si la ciudadanía quiere una república o una monarquía o, en su defecto, que abdique. Ésta es, quizá, la primera situación incómoda que vive el sucesor de la corona española, quien le reconoció a la joven que sus deseos son contradictorios a los míos, pero en cualquier caso, según él, en la Constitución hay los mecanismos democráticos para lo que pides.

La ola de indignación por el modelo político y social que inunda España, liderados por el movimiento del 15 de mayo (15-M) ha despertado en los más jóvenes un interés por cambiar lo que consideran una democracia insuficiente, con enormes carencias en transparencia, control efectivo de los poderes y, en la raíz del propio sistema, su condición de monarquía parlamentaria. Es decir, un modelo en el que el Parlamento lo elige la ciudadanía cada cuatro años, pero el jefe del Estado, el rey, fue designado con carácter vitalicio y su cargo será heredado a sus descendientes.

Esta cuestión es precisamente la que indignó a la joven navarra, la primera persona en el país que en lugar de esperar a los príncipes para pedirles un saludo o gritarles palabras de admiración se acercó al heredero de la corona siempre con respeto y le inquirió sobre la posibilidad de que antes de asumir la jefatura del Estado se convocara al menos un referéndum para que la gente vote si quiere perpetuar este modelo.

Directamente le dijo: Convoca a un referéndum o abdica, a lo que el príncipe heredero le respondió que el sistema tiene sus propios cauces y que en todo caso a quien le correspondería hacer esa convocatoria es al presidente del gobierno.

Felipe le dijo yo sí creo en el sistema, a lo que la joven navarra le respondió: Yo también creo en el sistema, por eso mismo quiero una democracia real.

En ese momento intervino el presidente de Navarra, el conservador Miguel Sanz, quien le dijo a la joven que la I y la II República terminaron como el rosario de la aurora (expresión española que significa de forma catastrófica).

Entonces el príncipe le apretó la mano y afirmó: Ya conseguiste lo que querías, tu minuto de gloria.

La joven le respondió: Yo no quería un minuto de gloria. Yo sencillamente quiero dejar de ser súbdita para ser ciudadana.

El video se puede ver en la siguiente dirección de Internet: www.youtube.com/watch?v=zCHnC-KGqJ4&feature=related