Desde hace 28 años su trabajo es echarse un chapuzón, pero en las aguas negras. La acumulación de miles de botellas, muebles, aparatos electrodomésticos, llantas y animales muertos, que son arrojados diariamente al drenaje, los lleva a incursionar cerca de 80 veces al año a las profundidades de la ciudad, para favorecer su desalojo y evitar una gran inundación en la época de lluvias.

Los riesgos, reconocieron los dos buzos encargados de realizar esa tarea en los 12 mil kilómetros de la red, Julio César Cu Cámara y Ricardo Vázquez, son muchos. Desde gangrena, si se introduce agua al traje, hasta la muerte, por un salario de 12 mil pesos mensuales, aunque estamos asegurando que la infraestructura funcione.

Somos una especie de héroes anónimos a quienes la gente reconoce cuando hay una emergencia y aparecemos con nuestra escafandra y traje seco, similar al que utilizaba Aquamán, para iniciar una inmersión de 10 metros por una, dos o hasta cinco horas, según el trabajo a realizar, comentaron.

La única conexión que tienen con el exterior es mediante un cable de acero que denominan cordón umbilical, pues de éste depende nuestra vida, así como de don Fernando (Paredes), quien maneja el sistema de control de aire y nos dice por dónde caminar, qué hacer y cuándo hacer el cambio de tanque de aire comprimido. Así que más nos vale llevarla bien para no quedarnos abajo permanentemente, señalaron entre risas.

El médico Alejandro García es el encargado de checar los signos vitales: presión arterial, ritmo cardiaco y temperatura, antes y después de la inmersión, para evitar una desgracia. Los nervios pueden traicionarte y sentir que te falta aire, pues llevas encima más de 40 kilos, entre casco, traje, cinturón de lastre para impedir que salgas a flote y arnés, donde se sujeta el cable de acero, explicó.

Su equipo pesa más de 40 kilogramosFoto Alfredo Domínguez

Hace varios años, aseveró el subdirector de Drenaje y Plantas de Bombeo del Sistema de Aguas de la Ciudad de México, Jorge Chang Castro, se contaba con 10 buzos, pero lo riesgoso de la actividad provocó que 80 por ciento se reubicara a otras áreas y nos quedáramos con dos, quienes nos apoyan en las acciones de prevención y vigilancia en las 91 plantas y los emisores Central y Oriente para desalojar las aguas negras.

Mencionó que, en esta época de estiaje, el desalojo es de 30 metros cúbicos por segundo –30 mil litros–, mientras en temporada de lluvias crece alrededor de 600 por ciento, a 210 metros cúbicos, “cantidad enorme que nos coloca en situación de riesgo, ante el hundimiento constante de la ciudad, pero con los trabajos realizados estamos evitando una gran inundación, aunque es necesario que la gente no arroje basura al drenaje o al Gran Canal.

Diariamente recolectamos alrededor de seis toneladas de basura, desde partes de carros, muebles diversos, botellas, comida y animales muertos, aunque a lo largo del año encontramos uno o dos cadáveres, cuyo origen no es posible determinar por la gran cantidad de basura que es atrapada en las rejillas colocadas en las plantas, destacó.