La clínica Fundebien, en Baca, Yucatán, ofrece ejercicio y meditación a pacientes con cáncer
El chi kung cambia la vida a enfermos: enseña a vencer el miedo y la soledad
Logran enfrentar su mal con actitud diferente, afirma Alfredo Fernández Valdés
En Boston, 66 practicantes de tai chi con fibromialgia y cáncer redujeron el dolor y mejoraron su salud mental
Miércoles 16 de febrero de 2011, p. 3
La clínica Fundebien, en Baca, Yucatán, inauguró el sitio de ejercicios y meditación para sus pacientes con cáncer. En el acto, más de 20 enfermos demostraron los avances que han experimentado tras un año de practicar esta disciplina bajo la guía del maestro Alfredo Fernández Valdés.
El chi kung es un método de ejercicios proveniente de China, destinado al cultivo y al trabajo (kung) para incrementar la energía vital, el aliento que nos mantiene vivos (chi). Su origen se remonta a las danzas de grupos tribales del lejano Oriente, que se movían con lentitud para combatir la crueldad del clima. Su nombre era Tao Jin, de donde surgen las artes marciales que se conocen actualmente en Occidente.
Fernández Valdés, quien aprendió kung fu a los siete años en Cuba, y es egresado de la escuela de wu shu de su país, diseñó una rutina especial para los practicantes de la clínica Fundebien: unos con problemas para moverse, para respirar o para resistir estar de pie. Consiste en ejercicios estáticos que exigen total concentración en la respiración, donde el abdomen se dilata y se contrae; según la medicina china, esta acción abre los meridianos
y permite un mejor Flujo de energía a través del cuerpo. Los ejercicios dinámicos, por otra parte, se llevan a cabo con extrema lentitud, que no sólo fortalece los músculos, sino que nos entrena en la paciencia. La quietud es la mayor virtud de la naturaleza
, dice el maestro.
Cada paciente es valorado para saber qué movimientos puede realizar, pero todos encuentran un chi kung a su medida. Por ejemplo, a Ulises Rosado, paciente de la clínica, le gusta venir a la clase porque le ha facilitado tener una mejor respiración y le ha permitido dormir bien. Ahora se siente con más vigor. En la clase, los pacientes no piensan en su enfermedad
, explica Fernández Valdés. Es una hora y media durante la cual se observa la postura del codo, la cabeza y lo que sienten, por eso la disfrutan. La mente se aleja del problema
, todo lo demás lo hace la constancia y el autocontrol, dice el terapeuta cubano, especializado en tai ji quan, estilo yang.
Ganan terreno
En algunos hospitales ya aceptan los beneficios de estas disciplinas. En el Centro Médico Tufts, de Boston, Estados Unidos, estudiaron los efectos del tai chi en enfermos con fibromialgia (incurable mal que produce fuertes dolores de músculos y tendones, cuya causa y tratamiento sigue siendo objeto de debates) y cáncer, observando alivio en las mediciones de dolor y en el funcionamiento físico del enfermo. El estudio sometió a 66 pacientes a clases de 20 minutos dos veces por semana, y éstos mostraron mejoría en el examen médico, en materia de sueño y de salud mental. La doctora Chenchen Wang, reumatóloga y directora del estudio del hospital Tufts, atribuyó estos resultados a que el tai chi tiene multiples componentes físicos, sicológicos, sociales y espirituales
. El jefe de Investigación en Reumatología del Hospital Brigham and Women’s, de la misma ciudad estadunidense, el doctor Daniel Solomon, quien no participó en el estudio pero corroboró sus resultados, declaró que es impactante que los efectos parezcan durar con el tiempo
. (New York Times, 4/9/10).
A Dolores Reyes, quien se atiende en Fundebien desde hace casi un año, el chi kung le ha ayudado a equilibrar sus emociones, se siente en paz. Cuenta orgullosa que resiste dos minutos enteros en la posición abrazar el árbol
(con los brazos extendidos y las rodillas ligeramente flexionadas, sin moverse). Juan de la Cruz, quien también participó en la demostración, no sabe si se está curando o si esta terapia le da bienestar espiritual. Lo único que sé es que me siento muy bien y aquí todos me llaman por mi nombre.
El salón de usos múltiples inaugurado, mide 24 metros por 12, fue diseñado y vigilado durante su construcción por Laurent Chabres, director de la Fundación para el Bienestar Natural (www.fundebien.org.mx).
Sostenido por 12 columnas, con un techo de bambú recibe a los practicantes en un piso de Macedonia, mármol yucateco. Al centro fue incrustado el símbolo del yin yang con ónix de Tehuacán, Puebla, para recordar que los opuestos se complementan. Inspirar o expirar, nacer o morir, son ciclos inevitables
, dice Chabres.
Los materiales fueron adquiridos, unos, con el apoyo de la Secretaría de Desarrollo Social y otros, por aportaciones privadas. El bambú con que está cubierto el techo, la piedra de Tikul o bien la conchuela (loza que se obtiene cerca del litoral yucateco, compuesta por rocas sedimentarias calcáreas, en el que se ven claramente conchas marítimas), todos los materiales, sin excepción, adquieren peso simbólico.
Cada elemento es simbólico
En el extremo oriental del salón se colocó un árbol petrificado de 620 kilos, sobre un pedestal en cuya grava se usaron cuarzos blancos con pétalos de rosas. El impresionante fósil fue desenterrado en Madagascar y traído a México por Mineralia, donde Chabres lo adquirió. Hoy, es un tótem que consagra la meditación de cientos de enfermos de la clínica Fundebien.
Fue allí donde más de 200 invitados, entre ellos el presidente municipal de Baca, José Antonio Lara Ferrera, pudieron ver a los pacientes practicando chi kung. La exhibición, dirigida por la maestra Luly Canales, quien tiene acostumbrados a los alumnos a contestar sus dudas con pleno interés y atención, resultó toda una lección de dignidad y concentración.
Detrás de cada brazo levantado y cada giro de cintura había una dramática historia de enorme voluntad: la de un enfermo que no se quedó en cama, que se espabiló con coloscopia, con tanque de oxígeno o hasta con dolor, para llegar a la clase de chi kung.
Gina Sosa, veterana de la clínica, tuvo una dura confrontación con su hijo y lo amenazó: ¡Está bien! ¡Ya no volvemos!
El altísimo muchacho de ojos claros, paciente siquiátrico y uno de los que más han aprovechado la clase de movimientos introspectivos, se metió a su cuarto y salió una hora después muy serio: Por favor, no me quites esto
. Ese día, ambos estaban ahí, lanzando el puño, rotando la cadera.
Todas las técnicas que transmite Fernández Valdés en la clínica Fundebien están avaladas por el Instituto de Cultura Física de Pekín. Quien fuera miembro del Ejército cubano, viaja continuamente a su país para aprender las versiones más recientes de ejercicios, como el pa tuan chin, que es uno de los métodos más antiguos de esta meditación, y del pau chen kung, que en China se considera un verdadero tesoro para alcanzar la salud. El director de la Academia Zhang Guande de Artes Marciales Chinas de Mérida, Yucatán, dice que el chi kung les cambia la vida a los enfermos: los que llegan aquí experimentan cosas nuevas: se apartan de la soledad, conviven con otros como ellos. Empiezan a perder temor: tienen que pararse ante un grupo, ante el maestro, hacer un movimiento con su cuerpo... eso les enseña a dominar el miedo
y enfrentar su enfermedad con otra actitud.
Chabres introdujo el chi kung en la Clínica Fundebien porque enseña a concentrar la intención de la actividad hacia uno mismo, algo que ha experimentado en carne propia. Tiene efecto curativo
, dice. El maestro Fernández Valdés, quien estudió percusión en su juventud y hoy la mantiene como afición, recurre a la música esta vez para explicar la fuerza de la intención dirigida a nuestra curación: es un tono de armonía cuando se toca un instrumento, desaparece al oído pero esa vibración sigue. La intención es pensamiento, es frecuencia y llega muy lejos
.