Entre los que se van está Gamal Mubarak, sucesor del presidente
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Una egipcia lanza consignas contra el gobierno de Hosni Mubarak, en las orillas de la plaza Tahrir –en El Cairo–, que es resguardada por militares para proteger a la población de ataques de los seguidores del presidente Foto Reuters
Robert Fisk y agencias
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Integrantes de los poderes de la Unión conmemoraron ayer en Palacio Nacional el 94 aniversario de la Carta Magna Foto Yazmín Ortega
Toma a la democracia como rehén, acusan los escritores Saviano y Eco
hoy
Contraportada
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![Rayuela Rayuela](/004/v7.0/imagenes/rayuela.png)
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Para el gran evento deportivo, que costará más de 6 millones de dólares, se montó en Texas un operativo de seguridad que incluye aviones de combate Foto Ap
Es un engaño; hacen suponer que es sana, afirma El Poder del Consumidor
Jorge Caballero
Con luminosa sonrisa, saco, camisa y pantalón negros, Joan Manuel Serrat construyó la pasada noche airosa del viernes un surco entre la cabrona poesía de Miguel Hernández y un puñado de sus canciones de siempre, en el Auditorio Nacional, dentro de su gira Hijo de la luz y de la sombra. Surco con varias bifurcaciones, interpelaciones de ida y de vuelta, coqueteos escénicos, introducciones, declamaciones, historia, regalos, luces y ramos de flores. Pero sobre todo ovaciones de pie para el artista.
Habían pasado 12 minutos después de la hora pactada para la nueva cita y escuchar la nueva propuesta poético/musical de Serrat, cuando las primeras muestras de impaciencia se dejaron escuchar entre el público que colmó el recinto de Paseo de la Reforma.
La sequía sin escuchar a Serrat había tardado unos cuantos años, pero la sed insaciable del respetable parecía de décadas. Por fin a las 20:43 la violinista Martha Roca, el guitarrista Israel Sandoval, el bajista Daniel Caselles, el baterista Vicente Clemente, en los teclados Ricardo Merallas y Josep Mas Kitflus en la dirección artística ocuparon sus posiciones y la voz de Serrat abrió el fuego recitando
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El viernes Joan Manuel Serrat deleitó a su público en el Auditorio Nacional Foto María Luisa Severiano
tras bambalinas Llegó con tres heridas: Llegó con tres heridas: la del amor,/la de la muerte,/ la de la vida./ Con tres heridas viene:/ la de la vida,/la del amor,/la de la muerte./Con tres heridas yo:/la de la vida,/la de la muerte,/la del amor.
Serrat dio la bienvenida a su irreductible público:
Buenas noches, iniciamos el concierto con la propuesta de Hijo de la luz y de la sombra, con un mano a mano de poemas de Miguel Hernández, muerto en las cárceles franquistas, celebrando el centenario de su nacimiento. Buenas noches a todos.
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