Publica La marrana negra de las novelas rosas
Lunes 3 de enero de 2011, p. 8
Literatura hecha en el norte. Cuentos con personajes marginales que con el paso de las páginas se vuelven entrañables. Violencia que nace en el mundo interno del individuo, no del exterior. Relatos irreverentes. Es el nuevo libro de cuentos La marrana negra de las novelas rosas (Sexto Piso), del escritor coahuilense Carlos Velázquez (Torreón, 1978), quien entró en el panorama narrativo con Cuco Sánchez Blues y La biblia vaquera.
“Estoy muy contento con este libro, porque creo que finalmente es un libro maduro. No es que ‘haya encontrado mi voz’, porque creo que mi libro anterior (La biblia vaquera) me parece más fiel a mí mismo, a mi voz, a mis intenciones narrativas; pero decidí aventurarme a hacer algo distinto. Al principio tenía mucho miedo de que no fuera a gustar, pero me he dado cuenta de que mucha gente que no ha leído el libro anterior, ha aceptado éste”, dice el también traductor.
Tuve que hacerlo
, añade, porque habría podido seguir trabajando lo mismo, pero habría resultado aburrido. No me interesa repetirme, y a los lectores tampoco les interesa.
Al principio quería que fuera un libro de cuentos que retratara cierto momento de mi vida, muy oscuro, pero no pude sustraerme a este humor, no pude obviarlo. Pensé que esto iba a ser un producto muy duro; en cierto sentido lo es, porque hace reflexionar
.
Cuco Sánchez Blues se publicó en 2004, La biblia vaquera en 2006 y La marrana negra de las novelas rosas (título de uno de los cuentos que incluye) es un proyecto con el que participó en el concurso Cazadeletras.
Velázquez no recurrió a los temas de la moda literaria: la violencia en el norte del país y narcotráfico. “Me parece un recurso fácil, trillado. Este concepto de narcoliteratura engloba cierta concepción de la vida, pero me parece más interesante lo que ocurre a nivel individual que lo que ocurre a escala colectiva. Todos mis personajes por supuesto que padecen esta circunstancia de la narcoviolencia, pero es más fuerte su circunstancia personal. Me parecía más atractivo contar lo que le sucedía a cada uno que escribir la historia típica del sicario o del policía corrupto, porque finalmente ninguno de estos personajes, en todo el espectro de la literatura del norte, ha logrado convertirse en algo sólido. Ninguno rebasa la caricatura, y yo no quería que mis personajes cayeran en eso; no digo que no estén caricaturizados, pero quería que tuvieran algo de entrañable.”
Con cuatro novelas sin terminar y un libro de cuentos en proceso, que probablemente termine en novela, Carlos Velázquez se mantiene en la ruta de narrador. Tengo, no quiero exagerar, material en la cabeza para escribir los siguientes 20 años. Se acumulan tantos proyectos que cada día surge la posibilidad y la necesidad de escribir más.