Que Fidelio sea una obra muy escenográfica responde a una petición del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), señala Jorge Ballina, escenógrafo del montaje de ése que es el único título operístico de Beethoven, con el cual la Compañía Nacional de Ópera retorna al Palacio de Bellas Artes, luego de más de dos años, debido al remozamiento del inmueble.

En esta puesta hay una intención explícita de utilizar lo más posible la nueva mecánica teatral de la sala, así como los recursos tecnológicos con que ahora cuenta, según el creador escénico, porque así lo pidieron las autoridades.

Me gusta poder utilizar sobre todo los movimientos mecánicos de plataformas y el telar del teatro programables, que ya se pueden sincronizar y grabar a diferentes velocidades para ir perfectamente con la acción y con la música, señala.

Escollos normales

Ballina reconoce que en los preparativos y los ensayos hubo varios problemas con esa nueva tecnología, si bien considera que son normales, debido a que se estaban probando nuevos equipos y descubriendo cómo se usan y funcionan.

Tuvimos momentos en que se atoraron, o trabaron, o no funcionaban; pero no porque estén mal hechos, sino porque desconocíamos cómo usarlos, dice en entrevista.

Una vez sorteados esos obstáculos, las cosas funcionan; claro que todavía hay aspectos que mejorar y corregir. El remozamiento y la modernización era algo que el Palacio de Bellas Artes necesitaba, y me parece que lo hicieron correctamente.

Lectura contemporánea

Según Ballina, quien con ésta cumple su décima participación en un montaje operístico, trabajar de manera previa con el director escénico de Fidelio, Mauricio García Lozano (por ejemplo, el pasado julio en el montaje teatral de Egmont), les ha permitido concretar una mancuerna que entiende muy bien el discurso dramático y musical.

Sostiene que en esa obra de Beethoven, García Lozano se propuso impulsar una cárcel diferente, en la que se priva de la libertad a las personas que son diferentes.

La puesta no está situada en una época definida, aunque sí es una lectura contemporánea. Tampoco se pretende ubicar lugar específico, pero sí hay ciertos guiños hacia algunas situaciones comunes en regímenes totalitarios y de diferentes épocas en las que la gente era aprisionada por ser distinta, agrega.