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No viajó a Nápoles ni estará en la Bombonera para festejar

Maradona a sus 50 años: lejos de los excesos... y del futbol

Me quitaron de la selección injustamente, pero volveré; es mi destino

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Diego pasa la mayor parte del tiempo en su casa de EzeizaFoto Reuters
 
Periódico La Jornada
Sábado 30 de octubre de 2010, p. a14

Buenos Aires, 29 de octubre. Películas, tango, futbol con los amigos, algún libro y retiro en su casa de Ezeiza: Diego Armando Maradona, quien este sábado cumple 50 años, parece vivir lejos del desenfreno y los excesos que al menos dos veces lo acercaron a la muerte.

No tiene una visión que se extienda más allá del día a día. Es su manera de vivir. Vive cada momento como si fuera el último, asegura el preparador físico Fernando Signorini, integrante de su cuerpo técnico en Sudáfrica 2010.

Diego deseaba festejar su cumpleaños en Nápoles, donde sigue siendo un ídolo, pero una deuda impositiva millonaria en euros que mantiene con el fisco italiano le amargó la fiesta. También se especuló que le harían un pastel gigante en el estadio de Boca Juniors, pero a la Bombonera no asiste desde su fugaz paso como técnico de la selección argentina.

Desde que volvió de la reciente Copa del Mundo, el Pibe pasa la mayoría de los días en su casa del sereno barrio El Trebol, junto a su novia, Verónica Ojeda.

Es de quedarse recluido en su casa, no sale mucho. Para verlo hay que ir a visitarlo, relata Signorini.

Allí, en la zona sur del gran Buenos Aires y alejado de la capital, consume las horas viendo programas de deportes y películas.

Mira mucho futbol. Cada vez que hablamos entre amigos siempre es el que más sabe de todos. Yo sigo a mi hijo que juega en el ascenso y Diego conoce a los jugadores más que yo, se asombra Héctor Enrique, su auxiliar en Sudáfrica 2010.

Aunque suele ignorar los diarios, a veces lee algún libro. Generalmente se interesa en biografías de grandes personajes como Ernesto Che Guevara, de quien lleva un tatuaje en el brazo derecho.

Recientemente, por recomendación de Signorini, empezó a leer Aramburu: El crimen imperfecto, un relato del periodista Eugenio Méndez sobre el asesinato del ex presidente de facto que gobernó Argentina entre 1955 y 1958.

A veces interrumpe su aislamiento para asistir a algún acto público, como el pasado jueves cuando se acercó a la Casa Rosada para dar un abrazo a la presidenta Cristina Fernández y ofrecerle sus condolencias por la muerte de su esposo, el ex jefe de Estado Néstor Kirchner.

También le gusta pasar ratos escuchando música, en especial tango y folclor. Sus intérpretes favoritos son Horacio Guaraní y Óscar Chaqueño Palavecino.

Secuelas del accidente en Cuba

Aún anda renqueante producto del accidente automovilístico que sufrió en Cuba en 2000, cuando se recuperaba por su adicción a las drogas, pero nada lo aparta de su gran pasión de siempre: la pelota.

Por eso, y a pesar del dolor en la rodilla izquierda, todas las semanas –generalmente los miércoles o jueves– juega con otros ex futbolistas, que son los mismos con los que participa en exhibiciones o partidos benéficos.

El juego semanal incluye un ritual previo y posterior. Antes del encuentro, a medida que cada uno va llegando a la casa de Alejandro Mancuso, se sientan alrededor de una mesa a tomar mate acompañado de pasteles. Luego se abandonan al vicio del balón y alrededor de la medianoche vuelven a la mesa para comer un asado.

Es una familia. Todos alguna vez jugamos a la pelota y hablamos mucho de futbol, pero lo más importante de todo es la humildad de Maradona. Para todos siempre fue el más grande, pero para nosotros es uno más, un tipo simple, asegura Enrique.

Su agenda deportiva se completa los fines de semana jugando al tenis en dupla con el inseparable Mancuso contra la pareja Almandoz-Gómez. Generalmente juega con tipos a los que les gana, comenta Signorini.

Se afirma que Maradona dejó atrás el golpe que sufrió en el reciente Mundial, pero este viernes rompió el silencio: Me quitaron el puesto injustamente. No quiero hablar de eso. Estoy de buen humor y no deseo hablar de gente que no se lo merece, pero echo de menos la selección. Sé que un día volveré, es mi destino.