Especialistas en temas de migración y responsables de organismos nacionales, internacionales y de la Iglesia católica, encargados de la atención a niños y jóvenes migrantes, reconocieron que grupos ligados a la delincuencia organizada secuestran e intimidan a cientos de indocumentados centroamericanos que llegan a territorio mexicano con el propósito de cruzar a Estados Unidos, y que una vez plagiados son obligados a trabajar de sicarios o bien extorsionan a sus familiares a cambio de su liberación. 

Los expertos, quienes expusieron ayer sus ideas durante el panel La reunificación familiar como detonante de la migración infantil no acompañada, efectuado dentro de la Semana Nacional de la Migración 2010 en la Secretaría de Relaciones Exteriores, coincidieron en que los detonantes que motivan a los menores de edad a migrar son violencia intrafamiliar, pobreza y falta de oportunidades en el país de origen.

En la mesa, moderada por la presidenta nacional de Desarrollo Integral de la Familia, Margarita Zavala, se dijo que la finalidad de los delincuentes mexicanos es secuestrar al mayor número de migrantes para reforzar las filas de algún grupo criminal y/o para extorsionar a los familiares de los indocumentados plagiados.

Los jóvenes y niños indocumentados son secuestrados, intimidados y afectados en su salud mental; eso los hace fácil presa de los tratantes de personas y posibilita que sean reclutados por las bandas criminales, aseguró Fernando Valadez Pérez, coordinador en la Especialidad en Atención Psicológica a Migrantes de la Universidad Intercontinental.

Sergio Guevara Lenarduzzi, coordinador diocesano de la Pastoral Social y responsable de la Casa del Migrante, reveló que hasta hace cuatro meses 180 indocumentados centroamericanos, procedentes de Honduras en su mayoría, llegaban a diario a esa casa de apoyo para pedir hospedaje y ayuda. Pero, en la actualidad estamos recibiendo 80 al día, menos de la mitad que antes.

Dijo que las cosas cambiaron a partir del 2 de julio, cuando un comando armado de supuestos policías federales entraron encapuchados y armados con metralletas a la Casa del Migrante San Juan Diego, ubicada en la ciudad de México, y sin identificarse, “tumbaron la puerta de la casa y subieron en dos camionetas a más de 30 jóvenes centroamericanos, alegando que eran delincuentes.

El secuestro de migrantes, señaló, “se da todos los días, lo mismo en refugios que en centros migratorios, adonde llegan polleros y sicarios”. Así, narró el caso desgarrador ocurrido en Tultitlán, estado de México: “un niño entró corriendo a la Casa del Migrante: ‘¡padre, padre, ayúdeme, me van a matar!’, me dijo, y se metió debajo de una cama. Después de que se tranquilizó, me contó todo: cuatro centroamericanos adolescentes fueron secuestrados en Tultitlán y pidieron dinero a sus familias a cambio de su liberación. Él logró escapar, pero antes de huir, vio cómo ejecutaron a los otros tres”.

Susana Sottoli, representante de Unicef en México, abundó que la violencia física, sicológica y sexual que se ejercen desde el núcleo familiar biológico (padres y madres) contra los niños y adolescentes centroamericanos, principalmente aquellos que viven en la marginación, el principal detonante que mueve a los menores de edad a abandonar el hogar y a emigrar a otros países.

Por la noche, en la presentación del libro Los extranjeros en México: continuidades y nuevas aproximaciones, actividad de los talleres de la Semana Nacional de Migración 2010, Salvador Beltrán del Río, titular del Instituto Nacional de Migración (INM), refirió que las autoridades están abiertas al debate para determinar si es necesaria una nueva legislación en materia migratoria.

Thomas Weiss Lothar, jefe de misión en México de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), reveló a partir de la obra en comento, editada por el INM, que “hay 214 millones de migrantes internacionales, según se ha documentado (…) Si todos los migrantes vivieran en el mismo país, éste sería el quinto más poblado en el mundo”.