Portada
Presentación
El castor está de regreso en casa
Gerardo Carreón Arroyo
El jaguar en México
Carlos A. López González
Las alas de México
Juan Cornejo y Carolina Hartmann
La tortuga laúd, una viajera incansable
Débora García Muñoz y A. Laura Sarti Martínez
El aullido del lobo regresa a las tierras silvestres mexicanas
Óscar Moctezuma O.
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El castor está de regreso en casa
Gerardo Carreón Arroyo
Director de Conservación en Naturalia, AC
Biólogo y maestro en ciencias por la Universidad Nacional Autónoma de México. Su experiencia profesional comprende la biología de la conservación, áreas naturales protegidas, especies en peligro de extinción.
Correo electrónico: conservació[email protected]
Castor
Foto: Michael Woodruff |
Era octubre de 2006 cuando colegas ecólogos y biólogos, después de una visita a la reserva privada de Naturalia “Los Fresnos”, en Sonora, nos presentaron fotografías que nos dejaron sorprendidos y emocionados. Mostraban evidencias de que se habían estado derribando árboles, y de acuerdo a la forma en que estaban cortados, los había tirado un roedor, para comer o hacer madrigueras. No hay ningún otro animal que deje estas señales en los árboles, por lo que no dudamos de que se trataba de una especie que no se había registrado por más de 100 años en esta región de Sonora. El castor había llegado para quedarse.
El castor (Castor canadensis) es el roedor de mayor tamaño en Norteamérica y uno de los más grandes en el mundo. Los machos adultos llegan a pesar más de 30 kilogramos. Entre sus características más distintivas están su cola aplanada cubierta de escamas y sus patas traseras, que tienen una membrana interdigital.
Al roer, van cortando horizontalmente la circunferencia del tronco formando dos conos opuestos por el vértice, hasta que el árbol cae por su propio peso. Este fue uno de los primeros indicios de su presencia en Los Fresnos
Foto: Gerardo Carreón |
Estas adaptaciones son ideales para vivir en el agua, debido a que le proporcionan gran capacidad de desplazamiento.
Se alimentan de madera de los árboles y vegetación acuática, por ello cuentan con un par de dientes incisivos muy afilados que nunca dejan de crecer. Su hábitat natural en Europa, Asia y Norteamérica se encuentra en los bosques templados, en áreas de ríos y arroyos con agua permanente y vegetación abundante en las márgenes. La distribución original del castor en Norteamérica, comprendía desde Alaska y el norte de Canadá, hasta México, en los ríos Bravo, Colorado, San Pedro y Bavispe.
Castores del río San Pedro, Sonora
El río San Pedro nace en el municipio de Cananea y es el único en nuestro país que fluye de sur a norte cruzando la frontera entre Sonora y Arizona, en Estados Unidos. Es uno de los más importantes en la región por la captación de agua y por la gran riqueza biológica que alberga. En efecto, a lo largo de todo su recorrido se han registrado 250 especies de aves migratorias, 87 de mamíferos, 68 de anfibios y reptiles y 180 de mariposas, entre otros.
Roen la madera con sus cuatro poderosos incisivos color naranja, debido al esmalte que los endurece; como nunca dejan de crecer, es de vital importancia que los usen constantemente
Foto: Brian Tang |
En el pasado, aquí habitaba una población de castores que contribuyeron con su actividad a dar forma al paisaje que hoy conocemos. Pero en 1900 esta población ya había sido exterminada, tanto en México como en los Estados Unidos, por la cacería ilegal para aprovechar su piel, considerada de gran calidad para la industria peletera. Otros factores que también contribuyeron a su desaparición fueron la contaminación de las aguas y la destrucción de la vegetación ribereña que constituía su alimento –álamos (Populus fremontii), sauces (Salix goddingii), fresnos (Fraxinus velutina) y sicomoros o alisos (Platanus wrightii)–, debido al cambio de uso de suelo, y el sobrepastoreo del ganado, que daña el suelo e impide el crecimiento de los árboles pequeños.
Después de esas acciones desafortunadas para la especie, en el lado del río que está en Arizona, entre 1999 y 2003 fueron reintroducidos 15 castores a muy pocos kilómetros de la frontera con México. Allí se establecieron y reprodujeron. En esta región de nuestro país hubo en el 2005 lluvias extraordinarias y el río San Pedro y sus tributarios aumentaron su nivel y flujo de agua, creando las condiciones necesarias para que los descendientes de la población recuperada en Arizona, llegaran a varios sitios en México.
Utilizan su cola como timón cuando nadan y para mantenerse en pie cuando se apoyan en sus patas traseras; de ahí su forma ovalada y aplanada, cubierta de pequeñas escamas hexagonales
Foto: Mim Eisenberg |
En Coahuila, recientemente se reportó la presencia de castores provenientes del río Bravo, debido a las crecientes de sus aguas y a la gran capacidad de desplazamiento que tiene la especie. Este suceso es similar al de Sonora, porque después de tantos años de haber desaparecido, ahora parece que encuentran un hábitat con buenas condiciones. El regreso del castor a Coahuila puso en alerta a las autoridades, que entienden la importancia de la especie y los beneficios que puede traer a los ecosistemas.
En los arroyos y ríos que nacen en la Sierra Madre Occidental (Bavispe y Casas Grandes), se encontraban las poblaciones más sureñas de castores en el continente americano. Desafortunadamente, por los factores antes señalados, el castor desapareció en casi toda esta área, quedando aislados algunos cuantos ejemplares en los rincones más remotos de la sierra, donde no gozan de protección y están disminuyendo rápidamente.
De qué se cuidan los castores
La reserva Los Fresnos forma parte de la cuenca del río San Pedro; tiene un represo rodeado de fresnos, álamos, sicomoros y sauces que se extienden a lo largo de los arroyos que lo cruzan. El hábitat ideal para el castor
Foto: Juan Carlos G. Bravo
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Uno de los principales depredadores de estos grandes roedores es el ser humano, pues todavía no entiende el importante papel que desempeña en el medio ambiente.
Una de las características más notables de las áreas donde habitan los castores son sus construcciones, diques y madrigueras, en las que demuestran su capacidad para edificar estructuras. No por nada, se dice que son los arquitectos del paisaje. Al retener el agua por medio de los diques, evitan su rápido y total escurrimiento, impidiendo la erosión. Esto tiene múltiples beneficios, como conservar el ecosistema sano en las márgenes de los ríos.
Pero volviendo a su capacidad para edificar, sólo basta conocer una de sus enormes madrigueras de hasta dos metros de altura, que más bien parece una fortaleza construida estratégicamente para protegerlos. Estas construcciones generalmente se encuentran en las márgenes de los cuerpos de agua: una represa, un arroyo o el cauce de un río. Sus formas son casi siempre de montículos hechos de lodo con pedazos de troncos y ramas perfectamente compactadas.
Las madrigueras son casi impenetrables debido a que las entradas, a través de túneles, se encuentran bajo el agua. Estos túneles se conectan con tierra firme en donde construyen respiraderos, que además también funcionan como dormitorios, almacén de alimentos y sitios de maternidad.
Otras estructuras que usan para protegerse son túneles en los bancos de tierra de los arroyos y ríos. Sin embargo, su sistema más eficiente para evitar la muerte por animales como pumas (Puma concolor), linces (Lynxs rufus), osos negros (Ursus americanus) o coyotes (Canis latrans) es desplazarse por canales y aguas retenidas en los diques. En los ríos que son muy caudalosos, los castores no necesitan construir diques, pero en los que sólo llevan agua durante la época de lluvias, los diques les ayudan a mantener áreas con agua permanente en forma de pequeños estanques o represas.
Mapa elaborado por Naturalia, AC, y el Dr. Carlos López
Trabajadores incansables de noche y día
Los castores tienen hábitos poco comunes, desde muy temprano (cinco de la mañana) se les puede ver alimentándose o nadando cerca de sus madrigueras. Sólo hasta antes del mediodía bajan su actividad refugiándose en sus guaridas. Pero unas horas después, entre las tres y cuatro de la tarde, se les vuelve a ver nadando o acercándose a las orillas de los arroyos o represas en donde buscan ramas tiernas de los sauces, hasta que se pone el sol. Los sauces son árboles adaptados a vivir con sus raíces y troncos bajo el agua, por ello sus ramas jóvenes acarician la superficie invitando a los castores a comer.
Valor ecológico en los ecosistemas
La función primordial de los diques –barreras de troncos y ramas– es detener el flujo de la corriente, para crear un estanque con aguas tranquilas donde los castores puedan construir su madriguera
Foto: Gerardo Carreón |
Los hábitos de los castores benefician a muchos animales y plantas en el ecosistema que habitan, pues gracias a los canales y estanques formados por ellos, pueden encontrar agua, alimento y refugio, principalmente durante las épocas de sequía.
Es asombroso cómo estos arquitectos diseñan y ejecutan sus obras, las represas, que retienen y regulan el flujo de agua, permitiendo una mayor infiltración a los mantos freáticos. Sólo por comparar, podríamos decir que es un trabajo similar a las obras de restauración artificial hechas por el hombre, como los gaviones y diques para la retención de suelo y agua. Para los castores son cosa cotidiana, ya que de esa forma pueden asegurar que sus madrigueras permanezcan rodeadas de agua y protegidas con esta barrera física.
Pero la actividad constante de los pequeños ingenieros no consiste solamente en hacer diques. Hemos comprobado la complejidad de las obras, ya que algunas cuentan con terrazas de agua de hasta tres niveles, permitiendo una distribución y flujo diferenciado en un mismo espacio.
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Cuando este roedor nocturno no está en el agua o en su madriguera, sus depredadores le siguen el rastro. En estas imágenes de fototrampeo en Los Fresnos vemos frente al mismo árbol, un lince en el día y un castor en la noche
Fotos: fototrampeo/Naturalia, AC
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font face="Arial, Helvetica, sans-serif">Al alimentarse de la vegetación acuática y desplazarse removiendo los sedimentos del fondo, el castor favorece una mayor diversidad de organismos, como peces, anfibios e invertebrados que a la vez son aprovechados por aves migratorias: patos, garzas, golondrinas verdemar (Tachycineta thalassina), chorlitos tildíos (Charadrius vociferus) y pequeños mamíferos.
Los Fresnos, lugar de castores como ninguno
Desde que llegaron los castores al río San Pedro, uno de sus lugares preferidos es la reserva “Los Fresnos”. Los trabajos de Naturalia y sus socios documentan la reproducción de la pareja que llegó allí y cómo desde el 2008 sus descendientes se han dispersado a lo largo de los arroyos en busca de nuevos territorios y hábitats saludables con agua corriente y bosques de vegetación ribereña.
Así como se documentó la construcción y uso de madrigueras, también se cuenta con registros de algunas especies silvestres que comparten el espacio con este roedor. Es el caso de mapaches (Procyon lotor), venados cola blanca (Odocoileus virginianus), garzas ceniza (Ardea herodias), patos cucharón (Anas clypeata) y boludo menor (Aythya affinis), búhos carnudos (Bubo virginianus), águilas calvas (Haliaeetus leucocephalus), halcones rastreros (Circus cyaneus) y de cola roja (Buteo jamaicensis). Además de las ranas toro (Lithobates catesbeianus) que en las noches envuelven el entorno con sus cantos.
En las primeras semanas de vida, las crías permanecen en las madriguera con la madre. Al mes, los jóvenes inician sus salidas y empiezan a alimentarse con hojas tiernas, como se aprecia en esta fotografía de la reserva de Naturalia
Foto: fototrampeo/Naturalia, AC |
Muchos de estos registros los hemos podido obtener por medio del uso de cámaras trampa, que nos permiten seguir la actividad de los castores después de que se mete el sol, entre las 19 y 20 horas. Los captamos alimentándose de los troncos de álamos y sauces. También observamos a sus depredadores como el lince, que les sigue la huella en los sitios de actividad del castor. Un castor adulto con hasta 30 kilogramos y una longitud de entre un metro y metro 20 centímetros, seguramente no es una presa fácil para este felino, pero sus pequeñas crías pueden ser más vulnerables.
Los castores de esta región suelen tener entre dos y cuatro crías de mayo a junio. Al nacer pesan entre 400 y 450 gramos y permanecen en el grupo familiar hasta el segundo año, cuando se separan para buscar otros sitios donde habitar y reproducirse.
Retos y oportunidades
Para evitar que los castores dañen y derriben los árboles de la reserva que producen semillas (que servirán para la reproducción de más árboles), se les enrolló malla de alambre alrededor de la base de protegerlos
Foto: Gerardo Carreón |
Recordemos que los castores ya fueron eliminados antes de esta región y que ahora la situación no es muy diferente. Aunque su principal alimento son los árboles, y los álamos, sauces, fresnos y sicómoros de “Los Fresnos” son los más grandes y abundantes de esta área, no quiere decir que la vegetación ribereña se encuentra en buen estado; por el contrario, su deterioro dio origen a un proyecto de conservación en el que se está trabajando para recuperarla.
Las actividades de restauración efectuadas consiste en la protección de árboles semilleros (aquéllos que están sanos y producen semillas para reproducción) rodeándolos con una malla que evita que sean cortados por los activos roedores, así como la instalación de un vivero para producir especies nativas que permitan alimentar al castor, sin deterioro de su hábitat.
Más que por el uso que está haciendo el castor de su hábitat ribereño, es la presión humana (con la agricultura y, sobre todo, la ganadería que ha sobrepastoreado esta región durante décadas), la que ha ocasionado la compactación de suelos, erosión de áreas ribereñas y que el ganado no deje desarrollar los nuevos brotes de árboles.
Hasta ahora se ha enfrentado esta situación con programas y proyectos de restauración y reforestación muy localizados y de manera intermitente, por lo cual los impactos son poco tangibles. Pero sabemos que si se asume un compromiso real con la magnitud y escala que corresponde a esta cuenca, se podrán tener resultados positivos en toda la región donde se distribuye el castor, especie clave que, de manera muy directa, está contribuyendo a la recuperación de los suelos y el agua.
Al nadar, el castor se impulsa con sus patas traseras, que permanecen sumergidas asomando fuera del agua únicamente su cabeza, para respirar y ver el entorno
Foto: James R. Page |
Si deseamos que los castores perduren en el río San Pedro y los demás lugares de México donde ahora se encuentran, se deben tomar medidas efectivas para su conservación, y para que la cultura local los vuelva a reconocer y adoptar como una parte vital de su entorno. Necesitan una oportunidad para constatar el dicho que dice “Lo que se siembra hoy, se cultiva mañana”, y el castor ya empezó esa tarea al hacer sus obras que sólo requieren de tiempo para apreciar los resultados.
Lecturas recomendadas para quienes deseen saber más sobre la vida y milagros de los castores:
• Status of Beavers (Castor canadensis frondator) in Rio Bavispe, Sonora, Mexico. Gallo, J. P., Suárez, G., Cabrera, H., Coria, E., Villarreal, J. and Ortiz, L. C. 2002. The Southwestern Naturalist. Published by Southwestern Association of Naturalists.
• Habitat and Conservation Status of the Beaver (Castor canadensis) in the Sierra San Luis, Sonora, México. Pelz K. S., Ponce, E. G., and López, C. G. Biodiversity and Management of the Madrean Archipelago II and 5th Conference on Research and Resource Management in the Southwestern Deserts. May 11-15, 2004.
• Los mamíferos silvestres de México. C42. Ceballos, G., Oliva, G. (Coords.) México. Conabio –Fondo de Cultura Económica, 2005. México D.F. 988 pp.
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