La especialista coordinó el libro Historia de México, encargado por el gobierno federal
A los historiadores ya no nos interesa ver héroes y villanos, sino comprender los hechos como sucedieron
, dice a La Jornada
Nadie nos dio línea para el contenido del volumen, afirma
Sábado 8 de mayo de 2010, p. 2
En la historia tradicional había un desbalance al no tomar en cuenta el porfiriato, son prejuicios que nos quedaron, herencias de la ideología de la Revolución
, señala Gisela von Wobeser, directora de la Academia Mexicana de la Historia (AMH), a propósito de la publicación del libro Historia de México que desde abril circula en librerías y puestos de periódicos.
Dirigido al gran público
esta versión sintética
de la historia del país, elaborada por encargo del gobierno federal, se inicia con un texto de Manuel Ceballos acerca de la geografía de la República; luego Miguel León-Portilla escribe sobre los orígenes y desarrollo de Mesoamérica; José María Muriá se refiere al encuentro entre indígenas y españoles en 1519, para dar paso a la propia Von Wobeser, quien aborda el virreinato en Nueva España, en el siglo XVI.
Los capítulos cinco y seis, a cargo de Jorge Alberto Manrique y Ernesto de la Torre Villar, respectivamente, también describen la situación virreinal antes de la Independencia, periodo que reseña Virginia Guedea; luego sigue Josefina Zoraida Vázquez, con el texto El establecimiento del México independiente (1821-1848).
Corresponde a Andrés Lira hablar de la consolidación nacional
de 1853 a 1887. Luego viene Javier Garcíadiego, con el capítulo El porfiriato.
Cierran el volumen los textos de Álvaro Matute (Los años revolucionarios 1910-1934), Jean Meyer (México entre 1934 y 1988) y Enrique Krauze (México contemporáneo 1988-2008).
En entrevista con La Jornada, Gisela von Wobeser, coordinadora del libro coeditado por la Secretaría de Educación Pública, el Fondo de Cultura Económica y la AMH, argumenta que se incluyó de manera amplia en el volumen el porfiriato, porque los 33 años que duró esa dictadura son absoluta y totalmente fundamentales para la comprensión del México actual
.
La especialista asegura que a los historiadores de la época contemporánea ya no nos interesa ver héroes y villanos, sino comprender los hechos tal y como sucedieron, valorar los aciertos y los errores, pero no convertirnos en jueces de lo que hicieron nuestros antepasados
.
–¿Durante los 70 años de la hegemonía priísta, el porfiriato fue en algún momento hasta un tema tabú?
–Hasta cierto punto sí. Pero no tiene que ver tanto con el priísmo, sino con un momento de la historia. Estaban demasiado cerca los acontecimientos de la Revolución, y demasiado cerca este periodo de la dictadura, entonces todos los mexicanos, o la mayoría, convenimos en que la dictadura no es un buen sistema de gobierno.
“Por eso también había prejuicios contra el porfiriato. Pero ahora, a cien años de distancia, vemos las cosas más equilibradamente: Juárez obviamente tuvo errores y aciertos, de Porfirio Díaz se puede decir lo mismo y no podemos borrar, por razones de tabú, 33 años de nuestra historia.
“Lo mismo sucede con la época colonial, la cual no se había tomado debidamente en cuenta, un poco por la reivindicación del indigenismo que hizo a un lado la Colonia.
Son periodos importantes en la formación de la historia de México. Más que hacer juicios debemos estudiarlos.
¿Con qué nos quedamos?
En su texto acerca del México contemporáneo, Krauze habla de los errores tácticos
que determinaron la derrota de Andrés Manuel López Obrador frente a Felipe Calderón en las elecciones de 2006.
Sin más detalles señala que el primero de diciembre de ese año el panista tomó posesión y lo describe: de un estilo discreto, serio y ejecutivo que contrasta vivamente con el de su antecesor, Calderón se propuso asumir y enfrentar una guerra que México había postergado por demasiado tiempo: la lucha frontal contra el crimen organizado
.
En el libro –que Felipe Calderón presentó el pasado 26 de abril–, continúa Gisela von Wobeser, “por supuesto que hay temas que quedaron fuera, es imposible en menos de 300 páginas ir a fondo con todos, pero se trató de hacer una obra científica, basada en fuentes originales, lo más apegada a la verdad, porque la historia siempre implica una cierta interpretación por parte del historiador.
Si se hace la cuenta de todo lo que no hemos querido asumir de nuestra historia, son muchos años: 300 de Colonia, 33 de porfiriato, cinco años de los dos imperios, pues la época de Santa Anna tampoco nos gusta, entonces, ¿con qué nos quedamos?
–¿Los héroes patrios tampoco están en esta Historia...?
–No, porque se trató de explicar los hechos de una manera más global. No se desconoce la importancia de los héroes en la actuación histórica, o de los personajes, para no llamarles héroes, pero no son ellos solos.
“En el segundo imperio, el de Maximiliano (de Habsburgo), se ve claramente que gran parte de la sociedad mexicana colaboró con ese régimen y para muchos era una esperanza, una salida de una serie de situaciones políticas muy conflictivas a lo largo de toda la primera mitad del siglo XIX, en su búsqueda de una forma de gobierno aceptable.
“Es muy legítimo que nuestros antepasados hayan pensado que un sistema monárquico podría ser la solución. Ya hemos visto que no fue un accidente la llegada de Maximiliano, que soñaba con ser emperador.
“No es cierto que son sólo tres mexicanos los que traicionaron a la patria, los que lo hicieron venir. Muchos, incluso algunos afiliados al partido liberal, republicanos, contribuyeron y colaboraron.
Si lo comparamos con nuestra situación actual también hoy vemos que hay personas que han colaborado en gobiernos de distintos partidos. Es lo normal.
–¿Catalogaría este libro como la historia oficial del actual régimen?
–De ninguna manera. No fue nuestra intención hacer una historia oficial, ni lo fue de la Secretaría de Educación Pública, ni de la Presidencia de la República. Eso se recalcó en la presentación del volumen en Los Pinos.
Nadie nos dio ninguna línea ni indicaciones de qué debía contener o que no. Fue escrito desde la academia, con fines académicos, de ninguna manera políticos.