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HUGO GUTIÉRREZ VEGA
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MARCO ANTONIO CAMPOS
Montemayor: regreso a las semillas
RICARDO YÁÑEZ Entrevista con DANIEL SADA
La autoridad moral de Carlos Montemayor
AUGUSTO ISLA
Carlos Montemayor: ciudadano de la República de las Letras
LUIS HERNÁNDEZ NAVARRO
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Carlos Montemayor
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Felipe Garrido
Ilusiones
Joaquín Armenta alzó la cara y recibió la brisa. Del otro lado de la calle lo llamaba la laguna. En la orilla del parque una mujer vendía flores. Tenía unos ramitos tristones extendidos en unas hojas de periódico; los rociaba con agua que tomaba de un bote y le goteaba de las manos, pequeñas y suaves. Joaquín Armenta se acuclilló para elegir uno. No aceptó el cambio que la mujer le tendía.
La noche era nublada y caliente. Joaquín Armenta echó a caminar por el sendero y empezó a sudar. Árboles enormes lo cubrían con un murmullo perfumado. Apoyadas en las columnas de la pérgola había parejas que se besaban.
Llegó hasta el toro de bronce e inició el regreso con la sensación de que había caminado demasiado aprisa. Más adelante se detuvo; se sentó en el pretil, con las piernas colgando hacia el agua. Una garza remontaba el vuelo como si quisiera pasar por encima del mirador. Él advirtió el peso levísimo de las flores. Abrió la mano y las dejó caer. |