Después de tres años, lapso en el cual nunca dejó de producir la pintora Carolia Paniagua (Tuxpan, Veracruz) –conocida por sus figuras femeninas–, inauguró la noche del miércoles la exposición La vida son momentos, la cual concluirá el domingo 28.

Se trata de 20 cuadros –19 acrílicos y un óleo con tierras– que muestra en la Casa de Cultura Jesús Reyes Heroles (Francisco Sosa 202, Coyoacán).

La exhibición forma parte del programa extramuros del Museo Universitario del Chopo.

En diciembre de 2006, Paniagua presentó una exhibición antológica en el Museo de Arte Contemporáneo Alfredo Zalce, en Morelia. Por esas fechas, Paniagua intentó dejar la figura humana: “Estaba fastidiada. Decía, ya no quiero ver esas mujeres, quiero pintar otra cosa. Volví a ir a Barcelona, fui a la Fundación Tàpies y me quedé fascinada como si lo viera por primera vez.

“Quise incursionar un poco en trabajar con la materia. Pinté varios cuadros con esa intención de trabajar con cemento, arena, selladores, piedra pómez, todo tipo de materia gruesa, haciendo una pintura no totalmente abstracta, aunque sin figura humana, más bien materia y colores.

Sin embargo, esto no me dejó satisfecha. Ahora, me gustó lo que hice y guardo este material para otro tipo de exposición.

Después, la artista empezó a extrañar la forma humana y de nuevo le encontró sentido: Siento que he agotado algunas formas de manifestar, pero todavía tengo mucho que decir en cuanto a las mujeres y a la vida femenina.

La debilidad femenina, un mito

–¿Por qué pintar mujeres? ¿Es más plástico su cuerpo?

–Al pintar mujeres puedes jugar más con las formas y el movimiento que con cualquier otro objeto. Bueno, hay personas que lo encuentra en la naturaleza, pueden jugar con los árboles, el río, la montaña. Para mí la mujer es la que me da el ingreso al color y el movimiento que me interesa en mi obra.

“Por otra parte, estudié sicología antes que pintura; entonces, quedé muy marcada por la situación de inferioridad de la mujer en nuestra sociedad. Como todas las cargas, sobre todo las emocionales, son para la mujer, y todo esto de que se ha hablado tanto de las mujeres que ganan menos salario por el mismo trabajo que un hombre, etcétera, etcétera.

“Más que nada me interesa la cuestión emocional, de soledad, nostalgia. De esa soledad de mujeres que aun viviendo en pareja están solas o de la incomprensión de la sociedad hacia los sentimientos femeninos y hacia nuestros cambios que se pueden considerar volubles.

“Me metí en la cuestión emocional de las mujeres hasta el menor gesto, qué significa su sonrisa, sus movimientos. Soy muy observadora de ellas. Ya no cuento historias en mis exposiciones, pero antes eran sicoanalíticas, sobre todo la sombra –término jungiano referente a la parte oscura, negativa– que todo ser humano tiene, que en la mujer es más profunda porque está muy limitada para manifestarse socialmente.

“Otra cosa que me gusta de la mujer es que sí se preocupa por su estado. De allí sale otro concepto: las mujeres son desequilibradas emocionalmente, porque van a terapia. No, en cuanto tengamos un problema lo vamos a solucionar.

Hay muchos mitos alrededor de la mujer y uno de los más grandes es la debilidad. Físicamente, la mujer es más fuerte que el hombre en el sentido de salud orgánica, no de fuerza. Entonces, me interesa todo eso que aparentemente ya se ha dilucidado en toda la discusión feminista, pero creo que quedan todavía muchas cosas que investigar sobre la mujer. Como no soy socióloga ni antropóloga ni ejerzo ya la sicología, pues, lo hago mediante mi pintura. Trato de manifestar esas emociones y esos cambios emocionales.

Después de esta muestra, Paniagua piensa concretar algunos proyectos, en particular uno ecológico y otro de los ideogramas chinos. De ser así, las mujeres van a esperar para otra ocasión aunque, reconoce, a veces me sentí como traidora, porque para mí son representaciones de mujeres reales.