A falta de información oficial o en medios, pobladores usan Twitter y mensajes por celular
Los constantes enfrentamientos entre militares y pistoleros del crimen organizado obligan a interrumpir clases y jornadas laborales, y prácticamente han acabado con la vida nocturna
Viernes 19 de febrero de 2010, p. 29
Reynosa, Tamps., 18 de febrero. La versión corre como pólvora encendida en mensajes de celular y en Twitter: hay un topón (enfrentamiento) entre soldados y delincuentes. Es el abracadabra para que se bajen las cortinas metálicas de los comercios, se suspendan las clases en escuelas públicas y privadas, se ausenten trabajadores de las maquiladoras y las avenidas queden desiertas.
La zozobra está en el aire. Es la secuela de la violencia intermitente que se ha dejado sentir de un par de años a la fecha. Y este jueves es uno de esos días, cada vez más frecuentes en esta frontera. Una balacera entre militares y gatilleros del cártel del Golfo paralizó la ciudad.
Desencadenó mensajes frenéticos de usuarios de redes sociales, ansiosos por saber dónde estaban las balaceras, los nombres de las escuelas cerradas, rutas de transporte bloqueadas y, sobre todo, el número de muertos y heridos.
A falta de información de las autoridades locales y el hermetismo de la octava Zona Militar, así como de la delegación de la Procuraduría General de la República, los reynosenses recurren a otros medios para intercambiar información sobre la violencia y sus repercusiones.
A través de Twitter, Facebook y mensajes SMS, entre otros recursos, habitantes de las colonias donde ocurren los enfrentamientos dan a conocer los nombres de calles sitiadas o el número de camionetas o vehículos militares que protagonizan persecuciones y, sobre todo, manifiestan su indignación por el silencio de autoridades y medios de comunicación.
Amenazados por el crimen organizado, los periodistas de Reynosa no pueden difundir detalles de los enfrentamientos. Periódicos, estaciones de radio y televisión y portales de internet hacen un vacío informativo en torno a la violencia. Los corresponsales de medios nacionales se unieron desde mediados del año pasado a este silencio forzado.
Sin un saldo oficial de las confrontaciones entre soldados y delincuentes, Reynosa, con 633 mil 970 habitantes (según el censo 2005 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía), es la ciudad más poblada de Tamaulipas, pero también la más violenta.
Tierra de nadie
Con ocho parques industriales y un promedio de 110 mil personas empleadas en la industria maquiladora, Reynosa es una ciudad productiva y pujante que recibe a oriundos de los estados vecinos de Veracruz y San Luis Potosí.
Los obreros trabajan 48 horas a la semana con sueldos que oscilan entre 600 y 700 pesos semanales y diversas prestaciones, entre ellas créditos para adquirir un apartamento de interés social en alguno de los 240 conjuntos habitaciones que hay en la entidad, de acuerdo con el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit).
Gobernada por segunda vez por el priísta Óscar Luebbert Gutiérrez, Reynosa es hoy bastión del cártel del Golfo y de su grupo de sicarios, Los Zetas.
El desplazamiento de miles de soldados a esta frontera como parte del operativo Tamaulipas, aplicado por el gobierno federal para hacer frente al crimen organizado, ha atizado la violencia en la región.
Los enfrentamientos continuos –cuando no diarios– han obligado a los reynosenses a permanecer en sus viviendas. La vida nocturna casi ha desaparecido. Turistas provenientes de Texas que acostumbraban divertirse en centros nocturnos de la zona rosa huyeron asustados por las balas y dejaron en la quiebra a restaurantes y salones de fiesta.
El homicidio del cantante sinaloense Valentín Elizalde, en noviembre de 2006, a manos de gatilleros que lo atacaron cuando salía de una discoteca, convirtió la ciudad en un destino indeseable para la comunidad artística.
De día, cuando la clase trabajadora se concentra en alguno de los ocho parques industriales de la localidad, gerentes de maquiladoras se han visto obligados a interrumpir la jornada laboral debido a que los padres de familia reciben llamadas de las escuelas de sus hijos para avisarles que las clases se suspendieron por tiroteos cerca de los planteles.
Así ocurrió este jueves, cuando una balacera en las cercanías de la escuela secundaria técnica 44 de la colonia Jarachina hizo que la jefatura regional de Educación, a cargo de Julio González Ruiz, suspendiera las clases en los planteles de Reynosa para proteger a 107 mil alumnos de nivel básico.
La balacera de hoy, cuyo saldo no se dio a conocer, acrecentó los miedos en este municipio, pues hace exactamente un año un enfrentamiento ocurrido fuera de la primaria Felipe Carrillo Puerto dejó un saldo oficial de cinco muertos, tres de ellos presuntos delincuentes (incluido Héctor Sauceda Gamboa El Caris, encargado de la plaza) un agente federal y un civil.
Los ciudadanos de este municipio no descansan de la violencia ni siquiera cuando viajan en vehículos de transporte colectivo, conocidos como peseras, que en cada enfrentamiento son secuestrados por criminales que a punta de pistola obligan al chofer y a los pasajeros a bajar de estas unidades, las cuales utilizan de barricadas para impedir el paso al Ejército.
El 26 de diciembre pasado una bebé de un año y cinco meses de edad, identificada como Elizabeth Martínez Medrano, murió cuando la pesera en que viajaba con sus padres quedó en medio del fuego cruzado.
El 4 de julio habrá elecciones para renovar la gubernatura, el Congreso local y 43 alcaldías, pero ello no representa esperanza para nadie aquí.
Tamaulipas y su zona fronteriza sucumben a la violencia. A la inseguridad de Reynosa se suma la de municipios próximos como Matamoros, Valle Hermoso y Río Bravo, donde también se suspenden las clases, los centros nocturnos cierran por falta de clientes, las jornadas laborales de maquiladoras se interrumpen y la vida de todos se trastoca.