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Timoshenko no admite su derrota; la diferencia de votos es de 3.2%

Ratifican el triunfo de Yanukovich en la elección presidencial de Ucrania
Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 9 de febrero de 2010, p. 26

Moscú, 8 de febrero. La máxima instancia electoral de Ucrania ratificó este lunes el triunfo de Viktor Yanukovich, el candidato opositor, en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de ese país eslavo, que tiene un ojo puesto en Rusia y el otro en la Unión Europea.

La Comisión Central Electoral, tras escrutar 99.42 por ciento de los votos, anunció esta tarde que Yanukovich obtuvo 48.81 por ciento, y su rival, Yulia Timoshenko, aún primera ministra, 45.61 por ciento, lo cual hace imposible que la candidata perdedora pudiera revertir el resultado final.

Al mismo tiempo, los observadores de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) avalaron la victoria de Yanukovich al afirmar, mediante un comunicado, que la votación del domingo anterior fue una demostración impresionante de unas elecciones democráticas y concluir que, ahora, es el momento de que los líderes políticos del país escuchen el veredicto del pueblo y de asegurar una transición pacífica y constructiva.

Sin embargo, Timoshenko se resiste a reconocer su derrota y pospuso para este martes la conferencia de prensa que, en diferente hora, había convocado hoy. Aunque dio instrucciones a su equipo de impugnar los resultados y de defender cada voto en tribunales, todo indica que la jornada de silencio que se impuso es más bien para negociar alianzas en el Parlamento que le permitan, desde la oposición a Yanukovich, mantener el cargo de primera ministra.

En cualquier otro país, Timoshenko debería renunciar; en Ucrania, no es obligatorio porque el presidente carece de la facultad de designar primer ministro, la cual corresponde al Parlamento, y ahí cualquier arreglo puede pactarse en las próximas horas, días o semanas, según vayan poniéndose de acuerdo los implicados, que a su vez pueden cambiar de campo hasta que se consiga consensuar una fórmula con respaldo suficiente para ser impuesta.

Con el triunfo de Yanukovich –cuyo perfil político a veces se simplifica al colgarle la etiqueta de proruso, como si fuera un títere de Moscú–, el Kremlin tendrá en Kiev un interlocutor ciertamente menos beligerante en asuntos claves como el futuro de la base naval de Sebastopol, sede de la Armada rusa en el Mar Negro, o la posibilidad de ingresar a la Organización del Tratado del Atlántico Norte, aunque esto último no depende del mandatario en turno y partidarios y detractores de la idea coinciden en que una decisión de ese calibre tendría que tomarse sólo a través de un referendo.

Al mismo tiempo, los resultados oficiales ponen de relieve que los ucranianos que acudieron el domingo a las urnas –69.15 por ciento del padrón– no eligieron entre Rusia y Europa, sino que votaron agobiados por la crisis económica y hartos de los escándalos de corrupción y de las promesas incumplidas de unos gobernantes enfrentados entre sí (Viktor Yushenko, el presidente saliente, y Timoshenko), lo cual favoreció a Yanukovich, autopostulado como oportunidad de cambio.

La diferencia de votos entre Yanukovich y Timoshenko es tan reducida –3.2 puntos porcentuales o, si se prefiere, 809 mil 923 personas más– que Ucrania nunca va a poder resolver si se alinea con Rusia o con la Unión Europea, a menos que la élite gobernante, producto de la enésima fórmula de compromiso que sea, esté dispuesta a menospreciar a la mitad de los ciudadanos con derecho a voto y provocar con ello un cisma que pondría en tela de juicio la integridad territorial misma del país.

Hasta ahora, ninguno de los tres presidentes que ha tenido Ucrania desde la desintegración de la Unión Soviética en 1991 –más allá de hablar con mayor o menor énfasis sobre tal o cual perspectiva como proyecto nacional– se ha atrevido a dar la espalda a la mitad de su población.

No hay razón para suponer que lo harían Yanukovich o Timoshenko, quienes parecen conscientes de que el destino de Ucrania es convivir con esa realidad dual.

Otra cosa muy distinta es la capacidad de uno u otra para ver más allá de los intereses económicos de los grupos que los catapultaron al poder y su habilidad para sacar provecho de la situación única que tiene Ucrania como Estado bisagra entre su poderoso vecino eslavo y la Europa de los 27.