Antes de lograr que sea remunerado debe ser visible, coinciden ONG
Viernes 29 de enero de 2010, p. 47
Académicos, funcionarios públicos, representantes de organizaciones internacionales y de agrupaciones sociales aseguraron que el trabajo doméstico de las mujeres debe ser visibilizado y valorado en las políticas públicas para que, en un futuro cercano, sea remunerado.
En la última jornada del segundo Seminario Internacional sobre Género y Pobreza, especialistas en la materia hicieron hincapié que en el análisis de la pobreza hay que incluir el concepto del uso del tiempo, el cual, en el caso de las mujeres está marcado por la carga del trabajo doméstico no remunerado.
Pero antes que hacer políticas públicas para remunerar el trabajo doméstico, lo primero que hay que hacer es visibilizarlo y reconocerlo
expresó la titular del Instituto Nacional de Desarrollo Social (Indesol), Ana María León Miravalles.
Por su parte, Sarah Gammage, de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en Chile, dijo que en el análisis de la pobreza hay que incluir la dimensión del uso del tiempo ya que éste es distribuido de manera inequitativa entre hombres y mujeres, así como entre pobres y ricos.
La personas que trabajan más de 12 horas al día, por una cuestión de sobrevivencia, se considera que viven en condiciones de pobreza de tiempo, ya que no les quedan suficientes horas al día para lograr bienestar.
En el caso de las mujeres, debido a su papel en la sociedad, el tiempo es dedicado en gran parte al uso doméstico: cuidar familiares, acarrear agua o realizar actividades no remuneradas en el hogar, esto afecta su disponibilidad de tiempo para realizar labores remuneradas y para el disfrute del ocio, lo cual pone a este sector de la población en una situación más vulnerable ante la pobreza.
María de la Paz López, consultora regional del Fondo de Naciones Unidas para la Mujer (Unifem), sostuvo que México ha logrado reunir muy buena información a través de la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo, levantada como módulo de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH); sin embargo, falta que esta información sea utilizada en las políticas públicas y económicas.
Explicó que no sólo hay que lograr que el trabajo doméstico sea remunerado, sino que hay que promover programas sociales que desarrollen servicios comunitarios, como pueden ser más guarderías y hogares para el cuidado de ancianos, para que la carga de trabajo doméstico no remunerado no caiga tanto sobre las mujeres y puedan desarrollar otras actividades que les aporten ingresos.
Hay que lograr que quienes participan de las decisiones de política pública conozcan los avances que se están dando en otros países con el propósito de paliar los efectos que tiene la sobrecarga de trabajo no remunerado en las mujeres
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Ante alguna intervención en que insinuaba que el trabajo doméstico puede ser placentero para las mujeres, Rania Antonopoulos, directora de Igualdad de Género y del Programa de Economía, del Instituto Levy de Economía de Nueva York contestó: El que una niña en Malawi esté obligada a dedicarle tres meses al año de su vida en acarrear agua no tiene nada que ver con la satisfacción, sino con la sobrevivencia
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